Son rumanos, polacos, malienses o tailandeses y llegan cada verano a recoger frutas y verduras en establecimientos agrícolas europeos. Este año, sus condiciones de trabajo, habitualmente muy precarias, han quedado particularmente expuestas por la crisis sanitaria del coronavirus.
En los verdes huertos del norte de España, Said Doumbia recolecta nectarinas a “5,25 euros la hora”. A las 19:00, agotado, deja que la Cruz Roja le tome la temperatura en un polideportivo abierto a trabajadores estacionales extranjeros ante un rebrote de covid-19.