La confección de prendas tsáchilas se ha convertido en una tradición familiar. Ese oficio hace más de 500 años era exclusivo de las mujeres tsáchilas. Las mejores tejedoras eran las abuelas, quienes supervisaban que la tradición se transmitiera de generación en generación.
En los rincones posteriores de las viviendas y en medio del silencio, las adultas mayores tsáchilas confeccionan su vestimenta ancestral en los telares artesanales que aún sobreviven en sus comunas.
Tres artesanos de la comunidad Chibuleo y Tungurahua se dedican a la fabricación de bayetas y ponchos. Las prendas son vendidas en los mercados y plazas de Ambato. Cada telar tiene un costo entre USD 300 y USD 500.