Cubrir una pared con botellas y crear un sistema para recolectar el agua de lluvia que corre por techado. Usar fibras naturales para crear productos, como pelusa de coco para diseñar tableros. Llenar una botella de plástico con agua, guindarla del tumbado y aprovechar la luz solar para iluminar un espacio, como si fuera una lámpara.
Sostenibilidad, sustentabilidad y ciudades verdes han dejado de ser moda o proyección, para convertirse en herramientas para la preservación del ambiente y del hábitat del ser humano.
Como en la moda o las artes, la originalidad en la arquitectura aumenta exponencialmente el valor de la propuesta. La vuelve única, irrepetible, auténtica... con escasa opción a copias, plagios o falsificaciones.
Ya están aquí. Pero son aún raros para la categoría del hombre actual, tan acostumbrado al lujo y a la tecnología.
Lo dice la Organización de las Naciones Unidas (ONU): el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó un 30% en las últimas dos décadas. Frente a esa realidad, la necesidad de reducir la huella de carbono de las casas, oficinas y escuelas es más urgente.
Construir como un juego de legos ya es posible en Manta. Una forma sustentable, rápida y que ahorra energía es lo que proyecta la compañía Energía Alternativas Manabí (Enalma).
Tema de moda, aparentemente, aquello de la sostenibilidad, también conocida como sustentabilidad. Más allá de esa discusión semántica, no deja de sorprendernos la ausencia de conocimiento certero acerca del desarrollo sostenible, especialmente, en niveles gerenciales y de cúpula organizacional, quienes –se supone- deberían liderar inminentes acciones al respecto, sin importar la línea de actividad de su organización. “Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza jamás perdona”. Cuando el ser humano actúa en contra de la naturaleza, más temprano que tarde, nos golpea inexorablemente a todos.