Repito el título de un texto que escribí con la misma pesadumbre hace alrededor de ocho años, en circunstancias parecidas y distintas, porque nuestras vidas, que tan poco tienen de particular y coinciden con las de tantas personas en menudos detalles, anhelos y esperanzas, son, sin embargo, únicas, otras. Lo dijo el poeta, sobre diferencias […]
Leo. ¡Qué gran suerte es leer, contar con tiempo y medios para hacerlo! Leer libros tan ricos que sobrepasan lo que pide nuestra curiosidad y nos abren infinitos caminos.
Hijo de un obrero francés muerto en la primera Guerra Mundial cuando el niño Albert Camus tenía un año de nacido, y de una sirvienta española, tuvo maestros excepcionales, llenos de ideales humanistas.
Camus es autor al que admiro desde mi temprana juventud; sobre sus ideas, reveladoras de su propia vida, me atreví a escribir mi tesis doctoral en la PUCE; quizá es él el autor sobre el que más he pensado, y que, de alguna manera, más ha influido en mi propio pensamiento, si alguno tengo, si cabe alguna certeza sobre mí misma.
El reservorio de Cumbayá es un lugar ideal para caminar; lo es para la gente mayor, que íbamos por sus senderos sin interrupción de ciclistas, ni de perros, ni de heces de perros.
¿Cómo no hablar del amigo sabio y bueno, hoy en desgracia, a quien conocí en mis ‘pinitos’ políticos que quedaron en eso, hace años?…
El ‘Diccionario del Uso Correcto del Español en el Ecuador’ fue editado por el Centro de Publicaciones de la PUCE
Monseñor Julio Parrilla ha servido -servir es para él vivir- largo tiempo en nuestra patria.
Apareció “La peste”, de Camus, y Sartre criticó su moral del esfuerzo individual, la de la compasión de cada individuo por el otro, porque no cambiaba en nada la realidad pestífera. ‘Moral de cruz roja’, la llamó con desprecio.
¿Pasó el día del libro?, que cada día lo sea. Que no exista un día sin un buen libro para dar sentido a nuestra espera, a nuestra paciencia y a nuestra pena. Ni un día sin un bello poema. (¿Tendremos espacio para El extranjero, de Baudelaire, que me ronda estos días?).
La obra lleva esta sencilla y honda dedicatoria: A mi madre, a quien este libro ha costado más dolor que a mí trabajo. Así resume la enorme exigencia de la investigación lingüística requerida para su creación, al par que la presencia de la madre en el distante Quevedo de la infancia. Su padre había muerto, y él salió a estudiar a Quito, más tarde, a España.
Es el día siguiente, el otro día: este día otro. De esos días que llaman a abrazarse, a conversar, a agradecer. La peluquera venezolana, gordita, cantarina, me miró y me dijo: ¡Qué paz sentimos, señora! Así, Alba, en sus momentos de miseria, en sus dificultades y su alivio ante el trabajo esporádico que tiene aun en pandemia, tradujo mi sentimiento más profundo, que no es solo de gozo: es el sentir la concordia del mal exorcizado; es, ante el día luminoso, la libertad de ser, de vivir, de decir.
Cárcel; presidio, preso, presa, dorados ahora con lo de privado de libertad, como si fuera menos, no, mucho más terrible. Así nos consolamos en la impotencia de exorcizar lo vivido, y seguimos como si no pasara nada, pero pasa, dentro y fuera. Hace pocos días murieron salvajemente asesinados en cuatro cárceles, setenta y nueve muchachos privados del ápice de dignidad necesario para seguir vivos.
Mañana en reunión académica leeré una ponencia-base para solicitar, a nombre de nuestra Academia Ecuatoriana, la segunda edición del Diccionario de americanismos. Luego de leer y releer; de ansiar más tiempo para las 2333 páginas, 70 000 entradas y 123 000 acepciones del mamotreto, me quedo con algunos de sus modismos llenos de gracia y sabiduría. Vayan aquí unos pocos: solo en ‘hacer’, encontramos catorce páginas apretadas de locuciones: ‘hacer roncha; hacerse la Greta; hacer la cucamona; hacer la del angosto; hacer el favor’. En ‘estar’, once páginas: ‘estar podrido en plata’ (lo de ‘podrido’, el que sabemos; y como por la plata baila el mono, va y se pudre más, y ¡adiós mi plata!, y nos toca ‘estar hechos tierra’, ‘hechos leña’)-; de ‘tener’, ocho páginas de modismos elocuentes: ‘tener un perno suelto; tener cachaza; tener alma de capataz; tener rabo de paja’. De dejar, ‘dejar como novia de pueblo; como palo de gallinero; dejar con los churos hechos’. Así, les doy trayendo expresion
El ‘de terno y corbata’ en una foto, mirada y sonrisa dulces y apacibles, nació en el cantón Santa Isabel, que tantos emigrantes envió a España en los años más duros. Fue hombre transparente: entre ecuatorianos melindrosos y falsos, tuvo la enorme suerte de la certeza de su origen: no intentó cambiar su apellido, quitarle haches, añadirle una tilde o una zeta... Habría sido un gran político: dedicado, exigente, honrado y bueno, cumplió las tareas que se impuso. Enfrentó con honor sus deberes respecto de sí mismo y de los demás y tuvo una vida, si ya no en pobreza, tampoco en abundancia. Recibió la gratitud de sus pupilos. Asimiló, con pleno derecho como propios, sus triunfos. Dice la emocionada necrología que publica EL COMERCIO: ‘Entrenador de entrenadores, formó y dirigió a medallistas olímpicos, mundiales y panamericanos que tiene Ecuador’. Viajó a doce campeonatos del mundo y a ocho ediciones de los Juegos Olímpicos, porque formó en el Ecuador, en los ochenta, a los primeros marchi
De George Steiner, humanista esencial: “La cuestión de la música es central para la de los significados del hombre, de su acceso o no a la experiencia metafísica; la energía musical nos pone en relación con la energía que es la vida; en una relación de inmediatez […] abstracta y verbalmente inexpresable, pero evidente”.
Cae la tarde. Me siento cercada. Lo estoy, lo estamos: la mascarilla, el distanciamiento, la enfermedad, la huida. El miedo. No querer ser contagiado ni contagiar. Fugar, con cuanto esta palabra tiene de escape, de humo. Cuando apenas faltan tres semanas para las votaciones que decidirán nuestro futuro, queremos huir de lo crucial de esta circunstancia que se presenta siniestra a nuestros ojos, y que quizá nos acarree daños irreparables. Sin embargo, quiero pensar que, aunque cabe un resultado funesto, también existe la posibilidad opuesta: la de que el nuevo gobernante termine ennobleciendo nuestra democracia. De muchos candidatos que no merecen, ni de lejos, estar donde están, sabemos de dónde y para qué salieron. Y si todos, por momentos, yerran, lo cual es humano, conocemos a los pocos de los cuales afirmar que son personas de buena voluntad. Pero aunque no basta, sigámoslos, no por lo que dicen urgidos por la necesidad de ‘mostrar’, sino por sus silencios.
El vacío de las palabras huecas que hacen tanto daño marca nuestro actual, desolado paisaje político, económico y social. ¿Cómo salir? ¿Hacia dónde, si nuestro ‘desde’ es tan miserable, pandémico, en fin, y marca, lo queramos o no, el camino presente y futuro?
Vuelvo a la edición conmemorativa de Rayuela presentada en Córdoba, Argentina, durante el VII Congreso Internacional de la Lengua (2019), en homenaje a Julio Cortázar, ‘y a su obra más emblemática, que conmocionó el panorama cultural de su tiempo”.
Que se nota en el rostro, reflejo de un ‘adentro’ inenarrable pero presente en mínimos detalles. Expresión que revela forma y fondo juntos. Hay algo en cada uno –o no lo hay- compuesto de cuerpo y alma (bellas palabras antiguas) algo en el habla, la sonrisa, la mirada triste o alegre, plena. ‘Algo’ que ella tiene y que se llama estilo. El estilo une a Martin Luther King y a Nelson Mandela; en el estilo y su carencia está la colosal distancia entre Obama y Trump. El estilo muestra lo que somos; nos expresa como seres sociales dueños de nuestra libertad. Es íntimo, personal, resultado de vivencias infantiles, de experiencias enriquecedoras, elecciones lúcidas y rectificaciones sinceras a lo largo de la vida, que aspira a valores auténticos. Es reflejo interior que aparece a los otros, se proyecta y valora. Por todo esto, Leclerc, conde de Buffon, aseguró en su disertación de ingreso a la Académie Francaise, la de ‘los inmortales’: “El estilo es el hombre”.