Sábado de tarde. Preparo el pavo de mañana domingo y el del próximo jueves 31 de este año de nuestros vacíos, que es una sola y la misma ave: ¡somos tan pocos ahora, entre desconfinados dominicales o ‘juevesinos’ en quienes confiar! Mi pavo es una pavita, aunque no muy pequeña, así que durará. Pavo sobre pava nos cansaremos y volveremos a vivir tras el alivio de esa ingestión anual, por poco, obligatoria durante quince días, porque ya comimos el pavo de nuestra hija que fue con su pequeña familia a pasar Navidad en la Cuenca de nuestros recuerdos y no quiso dejar de invitarnos antes del viaje a su muy rico pavito de despedida –ese sí, pavo, pavo-. ¿Cómo lo logró? No sé.
¡Cuánta agua ha corrido bajo el puente! 1892: Ricardo Palma, fundador y director de la Academia Peruana de la Lengua, lleva a Madrid, para la celebración de los 400 años del descubrimiento, un catálogo de peruanismos y americanismos. 1903: Palma subraya: “Hablemos y escribamos en americano: es decir, en lenguaje para el que creemos las voces que estimamos apropiadas a nuestra manera de ser social, a nuestras instituciones democráticas a nuestra naturaleza física”. Y ejemplifica: “Llamemos, sin temor de escribir o hablar mal, pampero al huracán de las pampas, y conjuguemos sin escrúpulo empamparse, asorocharse, apunarse, desbarrancarse y garuar, verbos que en España no se conocen, porque no son precisos en país en que no hay pampas, ni soroche, ni punas […] ni garúa”. Tras largos años y debates, se niega su inserción en el diccionario, ¡incluso con el apoyo de alguna academia americana! Nuestro expresidente y académico Luis Cordero Crespo escribe en carta a Palma: “Los que se creen comp
Es patente, es evidente: Presidente y presidenta están registrados en el diccionario general y el uso de ambos términos es correcto. Presidenta se aceptó mucho antes de que comenzaran los movimientos ultrafeministas de los os/as. Tengo en casa, a mano, el ‘Diccionario crítico etimológico castellano hispánico’ del gran lingüista catalán Joan Corominas, en seis volúmenes, en el cual se incluyen presidente, presidenta y presidencia como procedentes etimológicamente de ‘presidir’: ‘Estar sentado al frente’. En el diccionario general de 1970 presidenta se define así: 1. ‘La que preside’. 2. ‘La mujer del presidente’.
Quino se fue, pero, como la patria, ‘vive en nuestros corazones’. Su arte incomparable radicó en crear y entregarnos -como un padre se entrega cada día, él, en cada viñeta- a esos niños distintos, siempre niños. A Mafalda, portento de inteligente bondad, no nos la volvió pedante ni odiosa de tanto saber; resumió su personalidad inquieta de sueños buenos, de comprensión para todos, en ese abrazo a la bola del mundo cuyo contorno amarró con un pañuelo para que ‘le doliera menos la vida’. Nos dejó a sus respectivos padres y madres, que merecen capítulo aparte.
Nunca me he sentido tan segura de que lo que voy a escribir es lo que tengo que escribir. De que no puedo referirme a otra cosa ni con otras palabras. Y reproduzco las de Simón Espinosa públicas y, por tanto, mías: las recibí por WhatsApp, antes de leerlas en este diario, dirigidas a los conjueces que tienen entre mentes y manos el recurso de casación del caso Sobornos… Creo que deben ser releídas y vueltas a pensar, en beneficio del país que, sin palabras, se nos volverá más oscuro, más desesperanzado. En días de textos, pretextos e hipertextos, todos los articulistas de estas páginas, de las cartas de los lectores y del espacio de la caricatura, iluminador y triste y adorable, y de cientos de otras páginas escritas por gente honesta, cederíamos con gusto nuestro espacio a estas palabras que tienen la virtud de ‘darnos diciendo’ (¿nota, lector, nuestra característica sintaxis?). Me llegó el artículo completo –profundo y bello que he estado ‘rumiando’ días de días- algunas de sus afirm
“Experimentábamos una alegría muy sencilla, humana, sin ninguna exaltación, casi inconsciente. Pensé en las ponderadas palabras de Confucio: Por qué la felicidad es tan rara en el mundo. Los idealistas la colocan demasiado alto y los materialistas, demasiado bajo. Pero la felicidad se halla a nuestro lado, a la altura de nuestro corazón; no es hija del Cielo ni de la Tierra, es hija del hombre”. ¿Nikos Kazantzakis?
“Desde las cavidades del subsuelo, desde las bodegas y desde las alcantarillas, subían las ratas en largas filas titubeantes para venir a tambalearse a la luz, girar sobre sí mismas y morir junto a los seres humanos”, narra Camus.
El título reproduce uno de los ‘versos que se cantan en la mitad y al final de cada copla del Carnaval de Guaranda’, advierte Laura Hidalgo Alzamora…
Luego de los terribles acontecimientos sufridos por todos (todos somos todos, aunque a menudo ‘todos’ nos sentimos, y sentimos a los otros como una parte, más o menos aventajada, pero distinta y distante, respecto de ‘nosotros’); de las patéticas jornadas que condujeron al Gobierno a suprimir la medida que prescribía liberalizar precios de combustibles para equilibrar en algo nuestras paupérrimas finanzas, y porque se hace difícil salir de estos sucesos y entrar en una cotidianidad de relativa paz interior, intento contribuir a difundir algunas ideas respecto a un asunto crucial, cuya trascendencia rehusamos aceptar. Nuestra desgracia se fundamenta en la enorme deficiencia educativa que sufre el Ecuador. No cabe en este tema distinguir entre pobres y ricos: Ni ricos ni pobres ni clase media recibimos en casa, en escuelas, colegios o universidades públicos o privados, gratis, medios o caros, la educación que nos permita comprender las exigencias de la democracia, los sacrificios que pid
Mañana empieza en Lima el ‘Congreso Internacional de Literatura Hispanoamericana Ricardo Palma’, del cual la Academia Ecuatoriana es copartícipe honoraria. Marco Martos, director de la Academia Peruana, estuvo en Loja en 2016, cuando nuestra AEL celebraba a Cervantes, y nos ha invitado para conmemorar un siglo de la muerte del incomparable tradicionista.
Voy a la peluquería a una hora en que sé que apenas habrá alguien y que la señorita que suele peinarme estará desocupada. Ya cuarentona, gordita, amable, parca hasta el extremo, asoma casi acostada, desde el sillón que, cuando lleguen, ocuparán sus clientes. Cada peinador o peinadora tiene un sillón que ‘ocupan’ mientras no trabajan. Enfrente, el espejo; a su derecha, un armario pequeño donde guardan cepillos, tijeras, peines, toda suerte de instrumentos para cumplir su oficio: unos, raros y curiosos; conocidos, otros. Hay conexiones, enchufes y secadores de pelo, lacas, espumas y un recipiente pequeño para mezclar los tintes; lavacaras y toallas apiladas en estantes a lo largo de la pared, y alambres por todas partes. Del televisor, en alto, brota una voz impostada, impersonal y unos ojos que llaman ¡aquí estoy, mírenme! Distingo a la luz, a siete u ocho personas entre peluqueros y peluqueras, manicuras y pedicuros; a la señorita del mostrador principal donde vigila y cobra a los clie
La palabra, que sufre sin paliativos el desamparo de nuestra ignorancia es el más hermoso adjetivo del español: ‘humanitario’. Sus tres acepciones se enriquecen mutuamente: ‘que mira o se refiere al bien del género humano’; ‘benigno, caritativo, benéfico’; ‘que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen’. Pero hoy ‘sirve’ para cuanto niega lo humano: un crimen, un accidente, una violación son ‘humanitarios’. De referirse al bien de todos, lo hemos adecuado al horror y la vergüenza. ¿Qué hacemos de las palabras?; más allá de la ignorancia, ¿qué nos vuelve insensibles a su recto sentido?
Las mujeres ‘tenemos mucho que ofrecer’, dijo doña Paz Battaner, la undécima mujer miembro de la RAE en 306 años, y resumió: ‘Donde hay que dar visibilidad a la mujer no es en la lengua, es en la vida’. La lucha por ‘presentizar ’ a la mujer gana adhesiones contra el no-estar, no ser nombrada, no tener palabra propia o intentar tenerla en un decir que, inutilizado en reclamos superficiales, raya en la torpeza.
¡El destino de las cosas, su tiempo, más largo, silencioso e impredecible que el destino de los hombres! Y uso ‘hombres’ en su amplísimo sentido de ‘seres humanos’ de ‘nosotros’. No creo ofender a nadie por hablar del hombre, este ser inquieto, luminoso y mortal, como lo hemos hecho en español durante casi mil años. Pero vinieron otros hombres, iluminados aunque no siempre luminosos, que encontraron en el sentido de esta palabra un ‘veneno’ que yo no supe ver.
Uno nace sin saber para qué, y quizá no lo llegue a saber ni al cabo de muchísimos años. Felices los que un día llegan a saberlo, y también los que nunca se lo preguntaron. Si ‘el destino es el destino y la vida, pura ilusión’ ¿hemos de sufrir por no habernos llenado de sentido?; ¿cómo?; ¿para qué?
Y lo escribió Albert Camus: ‘Uno puede avergonzarse de ser el único en ser feliz’. Con la certeza de que la felicidad no existe, siento que tengo vergüenza de vivir sola días claros y gozosos y otros, oscuros. Saberlo explique, quizás, el sentido de alguno de nuestros artículos…
Me han parecido tristes, penosamente insuficientes las traducciones al español de El Principito, una de las obras de ficción más bellas que sobre la condición humana se escribieron en el siglo XX. Saint Exupéry pide perdón a los niños por dedicársela a Léon Wert, una persona mayor. Tres razones explican su decisión: Wert es, en todo el mundo, su mejor amigo; puede comprenderlo todo, hasta los libros para niños, y vive entonces (1944) en Francia, con hambre y frío. Necesita, pues, ser consolado. Por si estas razones no bastaran para convencer a sus pequeños lectores, el autor dedica la obra ‘al niño que antes fue esa persona grande’: ‘todas las personas mayores fueron primeramente niños, pero pocas de entre ellas lo recuerdan’. He aquí la nueva dedicatoria: ‘A Léon Wert cuando era niño’…
Leí ‘papelito’ en Últimas Noticias (UN) que llega con EL COMERCIO, y me encantó. Marcador a mano, subrayo los localismos: en nuestra habla coloquial, los lectores nos vemos como en un espejo. En UN se escribe como se habla en Quito, en tono tan conversacional, que hasta en el Editorial encontramos ecuatorianismos. Su encanto permite una comunicación fluida, familiar… Ya mismo la carrera, dice uno de ellos; y usan hasta el ‘todos quienes’, que cunde entre hablantes ‘cultos’, escribientes y burócratas. Ahorita sé que ‘el alma de la carrera 15K’ son los atletas amateur: entre ellos quisiera encontrarme, con mis 28 ks. semanales que no dan de sí ni para llamarme ‘atleta’, pero me mantienen viva.
El destino efímero de estos artículos es el de ser leídos e influir en el lector y, quizá, persuadirle, sin catequizarle ni intentar ‘convertirle’; los articulistas de opinión estamos presentes en el estilo de nuestros escritos, así como en la elección de temas, que no siempre surgen de la inmediatez del acontecimiento, pero que, cuando lo hacen, se alimentan de los resquicios de nuestra predisposición. Lo nuestro es escribir con palabras idealmente idóneas e interesar a los lectores en esta conversación sin respuesta inmediata.
Escribo en honor a las II Jornadas Cervantinas, que tienen lugar en la querida Provincia de Manabí; a la sensibilidad cultural de habitantes e instituciones de esa hermosa provincia, castigada por el terremoto y otra vez de pie.