El periodismo escrito quiteño merece una semblanza a estas alturas, cuando se perfila una ley sin precedentes, pródiga en prohibiciones y sanciones, con un organismo rector adverso y parcial. Parece que al comenzar el siglo XX publicar un miniperiódico era una distracción bélico-política y pasajera, parte de una batalla conservadora-liberal que requería otras armas: papel, un francotirador y una pequeña imprenta. Con nombres que -salvo excepciones- apenas si los quiso recoger la historia: El Orden, El Tarugo, La Crisálida, El Brujo, El Chapa, El Quiteño, El Liberal, El Derecho, El Patriota, La Cazuela, Bandera Roja, El Clarín, La Saeta, La Metralla, La Platea, La Linterna, El Relator, El Imparcial, La Fronda Literaria. Con periodistas como Manuel J. Calle -el Tuerto Calle- que combinó tinta y rabia para demoler al adversario, inicialmente conservador y luego liberal alfarista. Con Luciano Coral, quien no se apartó nunca del Viejo Luchador, con su diario El Tiempo. Alguna vez se les definió a todos -periódicos y periodiqueros- con breves rasgos: “nacidos para luchar… y morir”. Contribuyendo así al cementerio de periódicos quiteños que está poblado de cruces grandes, medianas y pequeñas.
En 1906 apareció en las calles quiteñas EL COMERCIO, con varias promesas. Ser periódico independiente, luchar y servir para no morir, propiciar la censura o la alabanza justas, con sus directivos los jóvenes hermanos César y Carlos Mantilla Jácome y Celiano Monge, con periodistas universitarios, entre ellos Francisco de Paula Miño, Federico Ponce, Manuel María Sánchez, Julio E. Moreno, por nombrar a algunos. Con virtudes y defectos, como toda obra humana, con aciertos y errores, con el lema “no desaparecer” que luego fue una obsesión. Poco después, en 1913, saltó a la palestra -como periódico liberal- El Día, con una nómina directiva valiosa y luego bajo el mando único de un ciudadano ejemplar, Ricardo Jaramillo, con el aporte de redactores que hicieron época. El Día y EL COMERCIO fueron dignos rivales durante 40 años. ¿Por qué no siguió El Día? Hay versiones de que don Ricardo Jaramillo fue reacio a dar pasos para industrializar y modernizar la empresa. Él falleció en 1949, el periódico en 1952.
Luego otros nombres interesantes: La Tierra (socialista), El Sol (centro izquierda), El Debate (conservador), El Pueblo (comunista), El Tiempo (centro derecha), todos ellos y varios más con finales tristes. Hasta la publicación, en 1982, del matutino Hoy y pocos años más tarde del vespertino La Hora, que comparten con EL COMERCIO y Últimas Noticias el título de sobrevivientes a estas alturas. Además, cuentan las revistas Diners y Vanguardia y algunas publicaciones menores, gremiales y juveniles. Todas con la esperanza y la expectativa de que les rijan leyes mesuradas, que regulen sin extremismos y no afecten negativamente su futuro.