Una nueva técnica de reconstrucción mamaria, que reconecta varios nervios (reinnervación) de tejido propio de la paciente, permite recuperar casi toda la sensibilidad de esta parte del cuerpo a un 70% de las mujeres operadas.
Un danés amputado de una mano desde hace nueve años recuperó la sensibilidad gracias a una prótesis que restituye el sentido del tacto, una innovación que podría cambiar la vida de los minusválidos, anunció ó un comunicado conjunto de un instituto suizo y otro suizo.
A flor de piel, latente, escondida pero viva, así está en estos tiempos la sensibilidad humana. Para algunos, signo de debilidad, la capacidad de emocionarse, de dejarse llevar por cosas simples, de entusiasmarse por la lectura de un libro, por la nota de una canción o la evocación de un poema, por una sonrisa o un gesto, es, sin embargo, lo que nos distingue de la barbarie, lo que nos hace personas, y, en cierto modo, lo que nos salva y nos permite vivir con la dignidad que es cada vez más escasa, más precaria, más difusa. La sensibilidad, la capacidad de asombro, la posibilidad de imaginar, tienen su refugio en la cultura, siempre que ella no se convierta en máscara de ideologías, en excusa del poder o en argumento de la propaganda y del mercado. Esa cultura que brota como testimonio de humanidad cuando uno tuvo el acierto de ir a la presentación de un libro, a mirar las escasas películas que valen la pena, o si tuvo la fortuna de encontrar un contertulio inteligente que sea capaz de
La poesía es, ante todo, indagación. El poeta en búsqueda de una voz propia, una voz que le permita capturar el fulgor del mundo en una frase, en una imagen. El poeta jugando con las palabras, contemplando y conversando, el poeta lírico, el poeta coloquial. Pero cómo se corresponde esa búsqueda con el momento actual, hay -acaso- cambios en los registros de la poesía. Cómo comprenden el mundo y su vértigo, las sensibilidades de los poetas; cuánto han marcado las nuevas tecnologías las relaciones con el lenguaje.