Murió hace siete días. Tenía 79 años. Luis Alquinga vivía como cualquier otro indigente en las calles de Quito. Sobrevivía de lo que podía encontrar para comer. Apenas en enero de este año halló un techo provisional para protegerse: el Hogar de Vida N°1 del Patronato San José, ubicado en la Ciudadela del Niño, en Conocoto. Ahí pasó sus últimos días, entre otras 105 personas que acoge el lugar.
El seguro de desgravamen, que era parte de los productos ofertados por el Banco del Afiliado y, en algunos casos, también por bancos privados, pasó a manos de compañías aseguradoras privadas.
Hace 15 días, una llamada telefónica advertía a Miriam de Escalante que su tarjeta de crédito ya no incluía el servicio de seguro de desgravamen. Si lo deseaba, debía pagar una cuota mensual.