Nada desata con más fuerza la nostalgia que una vieja canción. Oigamos. Este lunes, a las 9 de la mañana, como si tocara un reporte de oficina, me llama a los años Édison Palomeque, antiguo compañero de Sociología y de los chupes estudiantiles en el Bar Silvia, frente al cine Colón. “¿Sabes quién se murió?”, dispara por el celular. Me quedo helado, esperando lo peor ahora que se está muriendo la gente que antes no se moría. “Scott McKenzie”, pronuncia, y yo paso del hielo al desconcierto pensando que se ha vuelto loco: lunes, 9 am, un nombre de whisky…¿quién diablos es Scott McKenzie?, ¿el director de cine que se acaba de dar el vire de un puente de Los Ángeles? “No, el que cantaba San Francisco, tu canción del Bar Silvia”.