El Mundial de Catar ha sido una de las más interesantes de los últimos tiempos, no solamente por los temas futbolísticos, sino también por cómo funciona la política y la corrupción.
El turismo rural se ha convertido en una alternativa de viaje, esparcimiento, entretenimiento y distanciamiento, absolutamente necesarios en tiempos de pandemia.
El mundo intelectual –si algo de ‘mundo’ tiene un país cuyo índice de lectura es tan paupérrimo que la expresión más adecuada sería ‘la tribu intelectual’- está viviendo dos momentos que los espanta. Y porque comienzan a afectarlos directamente, reaccionan. Uno de ellos es la Universidad Andina; el otro, la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
El miércoles, en un bar de Quito, hubo un encuentro informal de tres de los integrantes de la banda más importante de los años 80: Promesas Temporales. Allí, una mujer reflexionó cuando se dio cuenta que esa música, al cabo de los años, sigue vigente. Y dijo que esto es muestra de que también había un Ecuador antes de estos nueve años que cumple la revolución ciudadana.
A los jóvenes militantes del Partido Comunista Ecuatoriano, en los años 80, el líder, cuyo nombre no interesa en este momento, decía que la historia no se toma vacaciones. Era julio y los estudiantes secundarios se dedicarían a cualquier cosa menos a la militancia. Al local del partido solo iban los fervorosos que ya parecían religiosos. Eran pocos. La historia sabía tener vacaciones.
Análisis de coyuntura Editor de la sección Política Lo terrible de las navidades y del Año Nuevo es esa repetición que pudiera llegar al absurdo. El caso es el siguiente, aunque pueda sonar exagerado: la noche del 24 de diciembre se come pavo, al día siguiente,el recalentado del pavo; el 26, arroz con pavo; el 27, sánduche de pavo; el 29, arroz de cebada con el hueso del pavo. Se descansa el 30 para el 31 volver al pavo y nuevamente a la misma sucesión de hechos. Y el empacho.
La Asamblea decide la segunda reforma en los casi nueve años de vida de esta Constitución. Se puede decir que es absurdo cambiarla tanto y tan pronto, pero también que la Carta Magna no es letra muerta y que es necesario perfeccionarla.
La nueva jornada de movilizaciones no tuvo la repercusión ni la misma capacidad de convocatoria que en ocasiones anteriores. Y es singular que esto ocurra cuando se acerca el día en que la Asamblea comience el segundo y definitivo debate a las enmiendas a la Constitución, motor fundamental de las jornadas de agosto y del jueves pasado.
Ha pasado más de una semana del denominado debate entre el Presidente y tres economistas y todavía se habla de él. Es un signo. La gente, aunque solamente fuera el 15% de la población la que lo vio por televisión según Cedatos, tiene necesidad de escuchar respuestas económicas ante la ‘no-crisis’. Y no las tuvo. Por eso se sigue hablando porque si un economista dice salir más preocupado de lo que llegó, entonces más estará una población a la que la economía siempre será difícil de entender.
En 1984, se dio el único debate de candidatos a la Presidencia. Enfrentó a León Febres Cordero y Rodrigo Borja, que habían pasado a la segunda vuelta. Se dudaba de la imparcialidad del moderador. Era Alejandro Carrión, uno de los mejores escritores de la prensa del siglo pasado, y en cuya columna de opinión que publicaba diariamente en EL COMERCIO no pretendía ocultar su posición política más cercana a la derecha y al socialcristianismo.
Uno de los mayores cuestionamientos que recibe la diplomacia ecuatoriana ha sido, en estos últimos años, la de no ser muy diplomática. Incluso se lo dice desde el lugar común de que el ser diplomático es tener tino en las expresiones, Ecuador ha tenido muchos desaciertos.
Las recientes agresiones, tanto al concejal de Quito, Antonio Ricaurte, como a la asambleísta Lourdes Tibán, solo dan señales de que algo anda mal en el país. No es algo reciente: es de mucho tiempo atrás. Quizá sea algo constitutivo a los ecuatorianos esta escasa cultura e historia democrática. Este país, cuando en las movilizaciones que derrocaron a presidentes, pedía a gritos que los militares quitaran del poder a los civiles, y tomaran las riendas (porque así fue; que no se diga que no) de una vez por todas para terminar con el despilfarro y la descomposición política que se vivía.
El teatro nos da buenos ejemplos de cómo debe ser el comportamiento político. En Quito hubo tres funciones de la obra del dramaturgo noruego del siglo XIX Henrik Ibsen intitulada ‘Un enemigo del pueblo’. Fue adaptada a la actualidad y a la coyuntura política ecuatoriana. Los dedicados al teatro serán los encargados de analizar la pertinencia de esa adecuación, pero lo que deja esta obra es aquello que llaman la valoración de principios por sobre todas las cosas.
El canciller (e), Xavier Lasso, no debió pasar un buen momento en la inauguración del III Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales que organiza la Flacso. Los gritos de libertad para los presos durante las movilizaciones de agosto repercuten en cualquier gobierno. No hubiera sido raro que sociólogos o antropólogos repitieran esa consigna a un representante del Estado en un momento conflictivo de la política nacional.
Los argentinos recurren a la expresión ‘histeriqueo’ cuando algo no está del todo claro. La palabra remite inicialmente a un comportamiento erótico: hombres y mujeres que se debaten entre el sí y el no en sus aproximaciones. El histérico dice más o menos lo siguiente: “Sí... No.... Bueno, ya.... No, mejor no”. El receptor de esas palabras queda obviamente desconcertado y pareciera que la mejor opción sería retirarse hasta una próxima y más clara oportunidad.
Una roquera argentina que no ha dejado de hacer música desde los años 70, decía que su mayor anhelo en la vida era no convertirse en aquello que siempre ha condenado. Ese compromiso con su vida personal bien pudiera aplicarse a la política, sobre todo en estos momentos en que los desafíos llegaron a puntos bochornosos que poco tuvieron de debate y mucho de insulto. Y en ese saco caen oficialistas y opositores, lo que da lugar al escepticismo a todo llamado al diálogo que se dice que habrá.
Nuevamente el presidente Rafael Correa llamó a los jóvenes y les pidió rebeldía. Rebeldes, pero no patanes. Lo hizo durante el Informe a la Nación. Este, así lo dice la Constitución, debe presentar el año cumplido y el año por venir. Es una cuestión de la política de Estado: los objetivos alcanzados del Plan Nacional de Desarrollo y los objetivos por lograr. Y bajo ese concepto, el patán de barrio que se atrevió a agraviar al Presidente con el yucazo fue implícitamente un personaje más en el que se supone es el discurso presidencial más importante del año.