Cercanos a rememorar, el próximo 11 de marzo, un año del tsunami y terremoto que asolaron las costas del Pacífico, cuyo principal afectado fue Japón, oportuno resulta reflexionar e intentar emular cómo se superan las horrendas crisis.
Reseñas acerca de la construcción del refugio del Cotopaxi, de su ampliación, y también sobre la historia de otros refugios en los nevados del Ecuador, he podido releer en las ediciones 12 (enero de 1980) y 18 (enero de 1994) de la revista Montaña. Interesantes escritos que evocan épocas heroicas de ese noble deporte cuando, entre múltiples vicisitudes, las pesadas carpas de lona donde acampábamos no tenían piso, las bolsas de dormir eran gruesas cobijas cubiertas con un plástico y la lucha por alcanzar las cumbres andinas nos permitía vivir indescriptibles aventuras, de éxitos o de fracasos, pero siempre colmadas de gran idealismo.
Tema de moda, aparentemente, aquello de la sostenibilidad, también conocida como sustentabilidad. Más allá de esa discusión semántica, no deja de sorprendernos la ausencia de conocimiento certero acerca del desarrollo sostenible, especialmente, en niveles gerenciales y de cúpula organizacional, quienes –se supone- deberían liderar inminentes acciones al respecto, sin importar la línea de actividad de su organización. “Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza jamás perdona”. Cuando el ser humano actúa en contra de la naturaleza, más temprano que tarde, nos golpea inexorablemente a todos.