La Primavera Árabe fue un proceso complejo, multidimensional y reivindicatorio suscitado en países como Egipto, Túnez, Libia, Marruecos, Yemen, entre otros bajo dos claras premisas motivacionales; en primer lugar se pretendía el establecimiento de sistemas políticos verdaderamente democráticos donde prevalezcan las garantías individuales fundamentales y el respeto a los derechos humanos en contraposición a las dictaduras autoritarias y represivas. Como segunda premisa la Primavera Árabe pretendía la trasformación de las condiciones socioeconómicas estructurales de pobreza, marginalidad, exclusión y desigualdades vigentes mediante el reconocimiento de derechos sociales, económicos, culturales y colectivos. De esta forma estas revoluciones poseían una visión democratizadora integral ya que no solo se buscaba la instauración de una democracia formal sino un nuevo pacto social que garantice libertad con justicia social.
Sin embargo, después de 3 años en la mayoría de países donde surgió este proceso de democratización del poder los anhelos de libertad y oportunidades para todos han sido truncados por la restauración de dictaduras militares como medio de contención hacia los fundamentalismos religiosos, el caso más representativo de esta dinámica es Egipto. Por consiguiente, el gran obstáculo que encontró la Primavera Árabe fue indiscutiblemente la preeminencia de los fundamentalismos islámicos y militaristas que monopolizaron la construcción del nuevo sistema político imponiendo sus dogmas excluyentes en contraposición a un pacto social mínimo de convivencia donde se reconociera la pluralidad.
Es por ello que la restauración de las fuerzas oligárquicas-militares en el poder es el resultado de la cooptación de extremistas del proceso revolucionario, el cual genuinamente apareció como una expresión popular. Finalmente, el elemento sustancial de la Primavera Árabe es la necesidad del cambio en las estructuras de poder donde los ciudadanos en su pluralidad sean los detentores del poder mas no grupos oligárquico-militares o fanáticos religiosos que tienen secuestrada la voluntad popular, solamente de esta manera se puede establecer un pacto social de mínimos principios de convivencia que resucite a la Primavera Árabe.