Este asunto debería preocupar a todos los ecuatorianos, sobre todo por los ingentes gastos incurridos y que, lastimosamente, no llevan a ninguna parte.
Para comprender mejor el laberinto o nudo gordiano en que se encuentra tal proyecto puede resultar beneficioso tomar como referencia por analogía a la refinería de Pernambuco, también conocida como Abreu e Lima, en el noreste de Brasil, a través de la más sencilla fuente de consulta: Internet. Veamos algunos fragmentos: “La refinería de Petrobras en Pernambuco ya es un 770% más cara de lo previsto, tras 10 años de obras”, dato actualizado a junio de 2014. El proyecto nació hace 11 años, cuando los entonces presidentes Lula y Hugo Chávez anunciaron un acuerdo histórico entre Brasil y Venezuela: sus respectivas empresas públicas construirían una refinería en Pernambuco (…) Tras 10 años de obras y sin haberse inaugurado todavía, Abreu e Lima ya es uno de los proyectos más caros de la industria del petróleo (…) Venezuela se retiró al poco de arrancar el proyecto sin formalizar la salida y sin aportar “un céntimo” a la sociedad mixta creada para la ocasión, según apunta el diario O Globo.
¿Por qué no buscar alternativas? Quizás, se me ocurre, una explotación agropecuaria aprovechando el terreno aplanado y el suministro de agua, porque no puede echarse al tacho de basura la “monstruosa” cantidad de 1 200 millones de dólares; tampoco se trata de buscar culpables, ya que es un error de concepto como resultado de mezclar la técnica con la política, tal y como sucedió con la planta de gas de Monteverde a un costo de 600 millones de dólares o la planta de gas natural en El Guabo, evidencias que demuestran que el Estado no debería entrometerse en cosas que van más allá de su capacidad.
Suponemos que con esta triste experiencia, que en realidad es un “asalto” a los bolsillos del pueblo, ya lo habrán entendido. En la coyuntura actual de retroceso económico no cabe buscar fórmulas eufemísticas en un camino tan trillado; en realidad es muy difícil que Lázaro se levante y ande.