El 18 de octubre se recibió la triste noticia del fallecimiento del distinguido doctor Álvaro Trueba Barahona, exrector de la Universidad Tecnológica Equinoccial.
Un hombre íntegro, ser humano de excepcionales cualidades, cristiano por convicción, de amplia cultura, de palabra delicada pero firme, un caballero a carta cabal comprometido con la educación superior bajo la óptica de que la educación es un servicio, no un negocio. Inició su gestión en el Instituto Tecnológico Equinoccial, creado por un grupo de egresados del colegio San Gabriel en 1971, poco tiempo después lideró dicho establecimiento que, luego, en 1986, mediante ley el Congreso Nacional lo transformó en Universidad Tecnológica Equinoccial. Fue rector hasta el 2013, año en que se convirtió en Canciller hasta su retiro en el año 2016.
Durante su administración, y con el apoyo de la comunidad universitaria, la organización educativa creció tanto en su estructura formal, como en calidad; en su momento fue reconocida a escala nacional e internacional. Desempeñó altas dignidades en organismos universitarios del país y del exterior, su valiosa contribución al desarrollo de la educación superior, es uno de sus tantos méritos.
Sin temor a equivocarme, creo que todos los que tuvimos la oportunidad de trabajar con él nos sentimos orgullosos de su legado y damos fe de sus elevados valores, en especial de su gran calidad humana.