Sin propuestas

La oposición política no tiene propuestas alternativas y así mal puede haber un proyecto distinto de gobierno para presentar en las próximas elecciones presidenciales. Su accionar se ha limitado a oponerse y a criticar sin proponer, con la lógica catastrofista, la magnificación de una crisis; sin posicionar una agenda propia que le permita plantear al pueblo elector otra alternativa distinta de gobernar. Esta carencia puede ser una debilidad severa en una contienda electoral que se reducirá a que el pueblo escoja entre la continuación de Correa o el reemplazo por un candidato creíble, ecuánime, serio, que piense hacer las cosas de otra forma, con planteamientos que seduzcan al electorado y que puedan ser asimilados con entusiasmo y confianza por los ecuatorianos, en ejercicio pleno de sus derechos democráticos.

Lo sustancial en un proyecto alternativo es someter a la consideración popular un nuevo camino para concretar en hechos ciertos los postulados de justicia social, la inclusión, la igualdad de oportunidades, porque una cosa es preconizar ésta y otra es equiparar las posibilidades de capacitación de los pobres para competir con los demás en el aprovechamiento de esas oportunidades. Para ello es básico profundizar los trabajos para mejorar la calidad de la educación y al mismo tiempo generar empleo para el ecuatoriano ya capacitado, pues de lo contrario la capacitación puede resultar estéril y frustrante.

Para lograr más empleos formales un proyecto alternativo debe impulsar la producción con valor agregado nacional. Contrariamente a lo que ha hecho el gobierno de Correa, debe promoverse un pacto político y económico con los dueños del capital para que inviertan no solo en vitrinas para vender cosas importadas sino para hacer fábricas, producciones de alta tecnología, desarrollo minero amigable con el medioambiente; en un marco de respeto mutuo, desechando la contradicción permanente para ir por un camino correcto hacia la verdadera justicia social. No proseguir con la confrontación y la segmentación sino trabajar para la cohesión social es algo en lo que coincidirá la mayoría de los ecuatorianos.

Un proyecto alternativo debe tener en cuenta la importancia de la clase media, que debe ser impulsada hacia arriba para que siga progresando, sin atosigarla con impuestos y trabas. Que sea una clase media productiva, fuerte, competitiva a base de su buena preparación, con créditos baratos e infraestructura productiva moderna, porque la política social debe ser universal. De otro modo la clase media no apoyará un proyecto progresista y será cautivada por el discurso de la derecha económica y política. Un programa alternativo socialmente justo, mediante el cual ganemos todos, debe incluir a los excluidos pero no excluir a los incluidos, como se menciona en un interesante documento de la CAF.

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