Mucho se ha escrito, contradictoria e inútilmente, sobre qué es la poesía y quiénes, los poetas. En este, como en muchos otros asuntos, es más pertinente admirar el resultado que pretender definir los caminos. Así, se reconocen en el poeta una sensibilidad especial que descubre misteriosas resonancias en los silencios, que se deslumbra con los arcoíris de las oscuridades, que lee mensajes escondidos, que ve con lucidez los más allá y más acá de las humanas conductas y expresa, con un idioma armonioso, lo visto y sentido, descifrando la esencia que late en la redonda sencillez de los objetos. El poeta tiene el don de percibir cuartas dimensiones y domina la ciencia y el arte de imaginar; se equilibra en las profundidades abismales y en el vértigo de las alturas luminosas para crear mundos soñados en perfecta arquitectura.
Nostradamus está considerado como el autor de profecías más importante de todos los tiempos, y sus seguidores creen que este médico muerto hace 450 años anticipó muchas catástrofes mundiales, desde la Primera Guerra Mundial hasta el terrorismo. En sus enigmáticos versos se habla de un león joven que acaba con el viejo, de la Tierra reseca y de los peligros en la frontera.