En Pripyat, una ciudad fantasma ubicada en el norte de Ucrania, hay silencio. Edificios blancos -de hasta 16 plantas-, puertas desoladas, vestigios de juegos infantiles y rostros de muñecas resquebrajadas por el paso del tiempo, construyen la fachada de lo que alguna vez fue epicentro del Partido comunista de la Unión Soviética.