La tasa de aprobación del presidente de EE.UU., Donald Trump, subió hasta el 47 %, la más alta desde que llegó a la Casa Blanca, según una encuesta difundida este domingo por el diario The Washington Post y la cadena ABC.
El presidente argentino, Mauricio Macri, aseguró que Venezuela no es más que una “pseudodemocracia” y atacó a los “populismos” en una entrevista concedida a varios medios españoles, antes de su visita a España la semana próxima.
Algo tiene la historia política de Argentina y Ecuador que los hace muy semejantes. Solo unos ejemplos: el siglo XX estuvo marcado por una figura populista devocionada y odiada al extremo: Juan Domingo Perón y José María Velasco Ibarra. Los dos, además, fueron los grandes ausentes y parecía que el futuro del país dependía de sus retornos. Y así fue: regresaron, pero luego de ellos vino la ruptura de la democracia con dictaduras militares.
El laberinto en el cual se encuentra Grecia es el destino último de todos los populismos. No importa cuál es su ideología o tendencia política. Lo que resulta evidente es que el desenlace final es un descalabro de sus economías, empujadas por un desquicio en la administración de los recursos en las que el despilfarro y dispendio produce cierta sensación de bienestar, pero que va incubando, para más tarde, un estrangulamiento del que no se puede escapar.