El populismo consiste en proponer e implementar políticas que suenan muy bien pero que en la práctica son destructivas. Para demostrarlo no existe mejor ejemplo que el manejo de la deuda externa durante este gobierno.
En octubre de 2008, una comisión con un nombre bastante rimbombante publicó varios informes sobre los créditos contratados por el Estado desde los años 70. Esos informes, llenos de términos que desatan emociones (inclaudicable, inmunidad soberana, derechos fundamentales, relaciones asimétricas, actos lesivos), llegaron a afirmar que existían “evidencias de que se habrían cometido delitos”.
Basado en ese informe, el Gobierno decidió dejar de pagar dos tramos de la deuda externa (los bonos Global 12 y los Global 30) y a cambio les ofreció a los dueños de esos bonos 35 centavos por cada dólar de deuda. Entre una pelea incierta o un pequeño pago inmediato, los inversionistas eligieron lo segundo. Mucha gente en el país se llenó de orgullo y los gobernantes dijeron que habíamos dejado atrás una época oscura. Claro que esa alegría no estaba justificada, porque esta, como toda política populista, solo sonaba bien y en la práctica iba a perjudicar al país.
De esa celebrada moratoria, lo único concreto que quedó fue la recompra de ciertos bonos. En números redondos, pagamos USD 1 000 millones y con eso se compró deuda por USD 3500. Suena bien, pero fue pésimo porque todos los créditos contratados posteriormente fueron más caros, a plazos más cortos y más inflexibles, justamente como los préstamos chinos que son de corto plazo (1 a 3 años), con tasas altas (7,2% en promedio) e inflexibles (garantizados con petróleo).
Es tan escasa la confianza que tienen los chinos en nuestra voluntad de pago que exigieron que Petroecuador le dé a Petrochina un ‘poder especial’ para que la empresa china pueda cobrar, a nombre de Petroecuador, cualquier saldo que un tercero le deba a la empresa ecuatoriana. En otras palabras, si Petroecuador le vende crudo a una empresa francesa, Petrochina puede cobrar a los franceses lo que le deberían pagar a nuestra empresa estatal. Y si no nos regimos esas condiciones, no nos prestan.
Pero Chile, Perú o Colombia se pueden endeudar con tasas mucho más bajas, a plazos más largos y sin garantías especiales (como el petróleo) porque ellos no han sido populistas en el manejo de su deuda. Y porque sus gobernantes tampoco usan un vocabulario que busca desatar emociones.
En resumen, sonó lindo dejar de pagar la deuda, pero fue muy dañino porque ahora solo nos prestan con cuentagotas y en condiciones duras. Y nada ocurrió con el informe de nombre rimbombante que hablaba de delitos. No hay un solo acusado de nada de lo que ahí se insinúa. Y no lo habrá porque todo fue un show populista.