Si hay una planta que se identifica con el estanque, esa es el nenúfar.
Gracias a la gran variedad y belleza de sus flores, los nenúfares suelen ser las plantas distintivas de un estanque.
Los nenúfares deben plantarse a una profundidad entre 30 y 60 cm. Los más pequeños prosperan en agua, de profundidad entre 15 y 45 cm. Todos alcanzan su máximo esplendor y producen grandes cantidades de flores cuando tienen espacio suficiente para crecer.
Las flores flotan sobre el agua y una de sus características es su suave perfume. Pueden tolerar temperaturas muy bajas y logran sobrevivir debajo de gruesas capas de hielo, siempre y cuando estas no lleguen a tocar el rizoma de la planta.
Los cuidados son similares a los que se dan a todas las especies acuáticas.