Cada año las desgracias que conllevan la pirotecnia van en aumento, fuera de cualquier cálculo previsible. Esto está basado en la codicia de los seres humanos y de la falta de liderazgo de las autoridades. Mientras se sostenga la Teoría del Pobrecito, no vamos a ver a los problemas en la magnitud, que representa en verdad.
Al pueblo se le quita eventos tradicionales, como las corridas de toros, pero sin embargo no son capaces de eliminar el uso de los juego pirotécnicos; los mismos que generan daños irreversibles, altos costos a las familias afectadas y porque no decirlos al mismo Estado.
El doble y pobre discurso es de toda la vida, pero hoy es más fuerte que nunca. “Buen Vivir”, ¿de qué buen vivir se puede hablar cuando cada año es mayor el uso de estos explosivos? El ruido afecta no solo a los enfermos de las casas de salud, sino al resto de la población.
“Buen Vivir”, pero ni siquiera los perros se salvan; otra cosa es verles correr de un lado a otro descontrolados.
Lo que para los sanos, puede resultar un sano esparcimiento; para los enfermos es un verdadero tormento.
Tiempos difíciles se avecinan, esto es un gasto miserable, que no solo atenta contra la economía personal, sino también a la salud de los demás.
¿Dónde están los defensores de los animales?
Se dice no a la pirotecnia artesanal, hay que decir no a la pirotecnia.