El miércoles pasado, María Kodama volvió a entrar a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. 40 años atrás lo hizo en compañía de Jorge Luis Borges. Llevaba puestos unos lentes de sol redondos, un vestido gris y un chaleco blanco, en cuyo centro colgaba un osito de color rojo. Sentada en una oficina del Centro Cultural de esta institución y de espaldas al Pichincha, dice que su aspecto relajado está en armonía con su actitud.