Gabriel Tinta saltó de la cuna al taller de metales, en el cual su padre, Joaquín, al calor de la fragua con yunque y martillo, elaboraba joyas y esculturas medianas y pequeñas.
Los puestos de trabajo en las cajoneras de madera lucen vacíos. Algunos operarios prefirieron renunciar y otros fueron despedidos. Es una imagen repetitiva en los talleres de los orfebres de la capital azuaya.
Wilfrido Pazmiño conoció la orfebrería en 1963 de la mano de su hermano mayor, en Cuenca, con apenas 11 años de edad. Cinco décadas más tarde, este artesano es reconocido como uno de los más importantes joyeros en la Atenas del Ecuador.