Respecto del interesante artículo de Alexandra Kennedy intitulado ‘Migraciones reguladas’ del 16 de mayo, me permito formular la siguiente observación: Alexandra menciona cómo, en 1935, “el Estado ecuatoriano abre sus puertas a la comunidad judía que huye de la persecución nazi”, y, en 1939, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Julio Tobar Donoso, propone, en circular reservada, “solicitar a los judíos una cuota de ingreso de $ 5 000 versus $ 400 establecida para los demás extranjeros”.
De esos detalles se podría asumir que las víctimas de la saña hitleriana tuvieron siempre la oportunidad de obtener visa al Ecuador, si bien a abusivo costo. Lo cierto es que el 5 de noviembre de 1941, el propio Tobar Donoso emitió en Quito la circular nro. 23-DC-23 -cuyos originales aparentemente han desaparecido-, cerrando el país a la inmigración, particularmente aquella judía. Según testimonio contemporáneo de Armando Pesantes García, cónsul del Ecuador en Nueva York, en virtud de esa disposición se negaban visas, a pesar de que “a diario asedian a este Consulado cantidades enormes de israelitas, en pos de nuestra intervención para salvar a sus parientes”.