El Santo Padre se apresta a abandonar la residencia que utilizó como hospedaje durante su visita a Ecuador. En las afueras de la Nunciatura Apostólica, en la avenida Orellana, en el norte de Quito, hay cientos de fieles con sillas, taburetes y baldes, que serán usados como altillo, para tratar de observar por última vez al papa Francisco, saludarlo y recibir su bendición.