La ambientalista fue designada presidenta de la Fundación Charles Darwin, organismo internacional para la conservación del archipiélago.
El proyecto internacional Orquesta de las Naciones (All Nations Orchestra), que debutó el pasado 12 de agosto del 2020 y que nació como una plataforma virtual de solidaridad, trabajo e integración de músicos, empieza a cosechar frutos. En esta iniciativa musical participan artistas ecuatorianos en conjunto con talentos de medio centenar de países.
Los pueblos y las naciones necesitan de una épica, un relato que los ayude a sostenerse en el tiempo, para entender de dónde vienen, lo que son y, de ser posible, adónde ir. Estos relatos, si bien pudieran provenir de los hechos históricos, requieren de la ficción para tener sentido. Quizá en esto sí tenga razón Benjamín Carrión cuando, en su libro ‘El cuento de la Patria’, afirmó que “las patrias se nutren y mantienen más de la leyenda que de la historia”.
Hasta hace unos años, las banderas fueron síntesis y símbolo político de las naciones, más bien, de las patrias. Herederas de los antiguos pendones, de las insignias guerreras, fueron la enseña de una tierra y de la cultura, y de las costumbres arraigadas allí o impuestas a la fuerza. Estuvieron asociadas con las fronteras y las religiones, con la afirmación de un modo de ser distinto de aquel por el militaba el vecino, el “otro”, el extranjero, el diferente.
El jueves pasado se ha producido un hecho significativo para el pueblo palestino. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó, con abrumadora mayoría, el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro.