Entrevista / Juan Carlos Arango, músico
La cuestión de la música sacra no solo atañe a monjes y maestros de capilla. Como una manifestación de las personas que intentan establecer una conexión con lo divino, dentro de este género se incluyen también cánticos y ritmos que forman parte de los sistemas de creencias de los humanos. Y esta semana eso se hará evidente en el XIII Festival de Música Sacra que comenzó ayer.
Con los ojos cerrados, sentados sobre el piso de la Iglesia de la Compañía. Otros, en puntas de pie, y moviendo la cabeza de un lado a otro para abrirse paso entre otras cabezas, con el propósito de observar y no solo escuchar a la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador. También acomodados en los confesionarios. Así se vivió la inauguración de la XIII Edición del Festival Internacional de Música Sacra, en Quito, esta noche 6 de abril. Desde las 18:00, los quiteños y también un grupo de extranjeros empezaron a ubicarse en fila para ingresar esta capilla, en donde se interpreta el Requiem de Verdi, desde las 19:00. Eugenio Auz, músico y profesor de la materia de contacto musical, no se pierde estas presentaciones. Le apena que en las escuelas y en los hogares no se cultive el apego por manifestaciones artísticas como esta. Él pidió a sus alumnos de la Politécnica Nacional, que siguen su cátedra de Contacto Musical, como materia optativa, que acudan al menos tres de los 11 días al Festiv
Existe una relación bastante peculiar entre la construcción de una nación y la música sacra que se compone dentro de esta. Ya en la América colonial, los evangelizadores fusionaron cánticos rituales con tonadas cristianas, para así dar forma a una nueva idiosincrasia. Y en la Europa culta no existe país que en su narración histórica prescinda de un compositor de esta talla: Alemania con los Bach, Italia con Verdi, etc.