Poema Ciudad Nómada (III parte)
Poema Ciudad Nómada (II parte)
Poema Ciudad Nómada (I parte)
Poema Divagaciones y Profanaciones
En su niñez, a Juan Fernando Auquilla le llamaban la atención los estantes de la casa de sus familiares donde había libros, pero eran solo novelas.
Llegar al hogar de Fabián Guerrero es un alivio tras un recorrido de varios minutos entremezclados de ‘smog’ y sol de la tarde de Quito.
"Lo único transformable es la infancia. El resto/esquirlas en los brazos". Cerca de un rezo está este verso del nuevo poemario de Juan Secaira, 'Sujeto de ida'.
Unos siete maniquíes, que reproducen escenas cotidianas de un hogar, adornan la casa de Nelson Villacís Venegas, situada en el sur de Ibarra. El artista que se autodefine como poeta, ensayista, pintor y místico asegura que su esencia es decir lo que otros prefieren callar.
La poesía tiene dos finalidades en la vida de Aitor Arjol. Una es como un producto cultural en el que se halla el rastro de las inquietudes de un tiempo. La otra, en cambio, habla de cómo esta forma de escritura resulta en una crítica constructiva en la que se ponen en juicio las ideas de los pueblos.
Cerca del verano, los días en Quito oscilan entre calurosas mañanas y tardes de lluvia. Y en un jueves de julio, cuando el sol arremete con furia contra quien camina por la calle, aparece Hugo Jaramillo Muñoz, poeta, escritor y gestor cultural a quien el paso de los años se le nota únicamente en el cabello cano.
El tiempo, el viaje y la música son tres de las obsesiones de Carla Badillo Coronado. Su voz, nítida, acompasada y alta, es acompañada por Fatalidad de Julio Jaramillo.
En las fotografías en las que se promociona sus espectáculos de magia y poesía, Daniel Vallejo luce como un hombre de carácter fuerte, serio, y con la misma mirada imponente de quien se aproxima a un edificio solamente para reducirlo a pedazos.
Son las nueve de la mañana y el panorama en Quito se dibuja rutinario: hace frío, hay autos atascados por todas partes y una ligera llovizna que acompaña el despertar de la ciudad. A esa misma hora está pactada una cita con el poeta Jossué Baquero quien, quince minutos más tarde, llega al lugar de encuentro: la Plaza de las Américas.
Hay una relación de amor/odio entre Huilo Ruales Hualca y Quito. Cuando sale de esta ciudad, lo hace casi despreciando todo lo que ella ofrece. No le gusta el ruido de sus calles, la locura de su transporte público, el olor de los Andes impregnados con smog. Pero cuando camina por las calles de París o recorre algún rincón de Francia, la vehemencia del manicomio ecuatorial lo llama, cual si fuese un eco que constantemente golpea su oído.
Fuera del auditorio de la Facultad de Filosofía, en la Universidad Central, hay una pileta. Es miércoles, falta poco para la una de la tarde y la poeta Ángela Barraza ha salido para fumar un cigarrillo. Ella estaba adentro, en una de las lecturas que organizó el III coloquio internacional ‘La palabra visible’, durante esta semana. Luego de una rápida introducción, acepta compartir su experiencia y algunos de sus poemas, antes de partir para El Juncal, en Imbabura, donde la esperaban con música. Como buena chilena, habla rápido y fuerte. Empieza por afirmar que hace poesía social. Luego explica brevemente de qué se trata su libro ‘Chile’: “retrata un poco lo que significó crecer en dictadura, en una orfandad de discurso en que se podía decir de todo y a nadie le importaba nada”. Habla de la concertación, en el 89, como una democracia frágil que no fue lo esperado. Nacida en el 84, aún conserva recuerdos de la dictadura. Para ella, hoy “el pueblo de Chile no tiene confianza alguna en la
Tiene más pinta de competidor de rally inglés que de poeta guayaquileño. Alto, agarrado, lentes rectangulares, cabeza rasurada, tez canela, arete en su oído izquierdo. Tyrone Maridueña (guayaquileño, 26 años) fabrica versos tan potentes como aquellos que definen al amor como “una institución inmoral”. O esos otros que piden: “Nunca olvides señalar qué página estás leyendo/ mientras esperas mi boca en el infierno”.
Uno de los poetas más arriesgados con los que cuenta actualmente la ciudad de Quito. Una escritura intensa, sin pausas, llena de giros rítmicos y flujos de conciencia que arrastran al lector y lo abisman, para luego desconcertarlo y volverlo de golpe a la realidad. Así son las prosas poéticas que ensaya Juan José Rodríguez en su último libro, 'Estereozen', presentado el pasado 8 de noviembre en el Festival de poesía de Lima. Está sentado en una de las mesas de la cafetería Cafecito, en la Luis Cordero y Reina Victoria, en Quito, cerca de una de las chimeneas que adornan el lugar. Parece relajado. En sus manos lleva su último libro, que hojea de vez en cuando para buscar los poemas adecuados. Habla de su escritura como una producción experimental, explosiva, llena de imágenes, que no deja tiempo para la contemplación. En algunos poemas, que considera más trabajados, hay algo de auto referencia. Además de poemas, ha escrito cuentos y ensayos relacionados con poesía ecuatoriana e hispanoa
El Hotel Sebastian alojó a algunos de los participantes extranjeros de la Feria del Libro de Quito. Allí también se hospedó el poeta colombiano Felipe García Quintero, quien concedió unos minutos de charla y compartió tres poemas de su último libro, Siega, antes de continuar con su jornada. Estaba parado en el lobby y esperaba al poeta mexicano Rodrigo Flores para trabajar sobre el conversatorio en el que participaron juntos la semana pasada, a las tres de la tarde, en el auditorio Adalberto Ortiz de la FIL Quito de este año. El tema fue ‘poesía latinoamericana actual: una visión de la última década’. Como crítico y también a propósito de su profesión, Felipe ha realizado trabajos en torno al canon de nuestra literatura y a procesos culturales relacionados con fenómenos estéticos. La pluralidad temática, la diversidad de tendencias y los estilos que caracterizan la poesía de América Latina en español fueron algunos de los ejes que trató en su charla. Más informalmente, en una de las me
Al conversar de poesía con Alfonso Espinosa Andrade surge un tema esencial: el silencio. No ese silencio que puede nacer de un proceso introspectivosegún explica, sino los silencios que pueblan el murmullo constante de la ciudad. La escucha entregada e intensiva de ese tipo de silencios es lo que, para él, da a luz a la poesía.