Tomando la serpiente por el cuello, detrás de sus dos colmillos, Fabiola de Souza masajea las glándulas de veneno para extraer pequeñas gotas que salvarán muchas vidas en Brasil, donde miles de personas sufren mordeduras cada año.
Caminar por la calle y encontrarse con un perro agresivo es atemorizante. En ocasiones, ese miedo tiene una justificación segundos después.