A Ban-Ki-Moon, secretario general de Naciones Unidas, lo único que le preocupa es no tener que preocuparse demasiado. Algunos de sus asesores le informaron que el 30-S ecuatoriano es una papa caliente y, por tanto, mientras más alejado del tema pueda estar, mucho mejor. Imagínese usted lector que ni siquiera se ha apurado demasiado con la crisis en Siria o en Yemen, cómo va a dejar que una crisis en el semitranquilo Ecuador le quite el sueño.
La verdad es que su posición era –literalmente- torear cualquier involucramiento. Hizo de oídos sordos o, al menos lentos, cuando el asambleísta César Montúfar le pidió a una comisión independiente que investigara lo sucedido a profundidad. En vísperas del aniversario del año pasado, mientras la ex representante ante la ONU y ahora ministra, María Fernanda Espinosa, pedía una cita, él aducía agenda llena para no poder recibirla. Al final, tuvo que hacerlo. Muy a su pesar, por cierto. Pero qué le habrán dicho la Ministra y el canciller Patiño que estuvo presente que, tras acabar su cita, decidió enviar una misión ‘light’, para salir del problema y seguir adelante. Según cuentan quienes estuvieron cerca al tema, la consigna era llegar, escuchar y reportar. Nada más. La elección del argentino Óscar Fernández era perfecta, porque el Gobierno se sentiría complacido no solo de que conduzca la misión un latinoamericano, sino que sea ciudadano de un país con el que tienen excelentes relaciones que, seguramente, Fernández no va a hacer perder el lustre por un asunto menor. Como siempre las cosas funcionan “a la criolla” para Latinoamérica: Ricardo le dice a Cristina que le diga a Fernández que no vaya a ofender a su amigo. Total Fernández Taranco –se rumora- está interesado en hacer cosas mucho más interesantes y prometedoras en el futuro ya no en Latinoamérica, sino en la candente región de donde salen los ascensos, Medio Oriente.
Así que por favor no esperen un informe amplio, comprensivo y mucho menos equitativo de Naciones Unidas. No lo quiere Ban-Ki Moon. Sabe que si lo hace ‘light’ lo más que puede esperar es algunos periodicazos de oposición en el país de origen y algunas voces de protesta en la oposición. Eso no le afecta en lo más mínimo. Si pretende ser exhaustivo tendrá que sobrevivir más que eso. No solo las críticas agresivas y radicales a las que le tiene acostumbrado ese país de origen –el Ecuador- sino también cuestionamientos interminables en la sede en Nueva York, a dúo con Venezuela. Al final del día, a Ban Ki Moon le informaron bien: el Gobierno quiere un aval exculpatorio, que además pueda usar en la propaganda nacional y los juicios internos. Y a él no le preocupa como a secretarios generales pasados que la ONU pierda prestigio o haga lo correcto. Ven, en estos casos sí sirve Naciones Unidas y ahora no es un poder colonizado de las potencias occidentales, como diría el vicecanciller Lucas.