De tin Marín
De tin Marín, de do Pingué, cúcara, mácara, títere fue, yo no fui, fue Teté… Así parece que se están llevando a cabo los recortes de personal en el Estado. Política de ajuste, dicen. Hacen listas y quienes las hacen, claro, están para guardar sus propios cargos. Entonces empiezan a soltar nombres sin tener muy claras las funciones de ese personal ni la razón por la que han sido contratados. Sí, hay que rebajar el obeso Estado pero, ¿hay un plan? ¿Qué hay de las complejas mallas de Senplades donde cada funcionario tenía bien especificadas las tareas que iba a cumplir? Si, como en los juegos de tándem, se mueven fichas, hay que estar preparados para que se derrumben las instituciones. ¿Hay un plan para evitar el colapso?
Y la culpa no era mía…
El Estado —sus funcionarios y sus instituciones— suelen lavarse las manos de responsabilidades que son suyas y lanzar la pelota fuera de la cancha en varias esferas de la vida nacional. Por eso no les gusta el performance que se volvió viral, también, en Ecuador. Porque “Un violador en tu camino”, de Las Tesis, señala al Estado opresor como el macho violador. Si la culpa no era mía ni donde estaba ni cómo vestía… ¿de quién es la culpa? ¿Han visto acaso cómo se re-victimiza a una mujer víctima de abuso en el sistema judicial? ¿Han visto cómo se anuncia que se va a quitar el presupuesto para cumplir lo estipulado para la ejecución de la Ley para Erradicar y Prevenir la Violencia Contra la Mujer sin que a nadie se le mueva un pelo? ¿Han sabido cuántas veces han estado a punto de cerrar las casas de acogida que hay en el país para proteger y ayudar a mujeres víctimas de la violencia por falta de presupuesto? ¿Saben cómo éstas subsisten? Por lo general… gracias al coraje y esfuerzo de otras
Caramelos con veneno
Con pompas, hurras y vivas llegó la noticia de la exportación de las primeras toneladas de oro extraídas de Fruta del Norte, la mina operada por la canadiense Lundin Gold. El proyecto registra una inversión total de USD 2 700 millones y, según dicen, tiene previsto producir 310 000 onzas troy de oro y 400 000 onzas troy de plata cada año.
El que no sabe, repite
“La rebelión indígena: los que durante siglos han ejercido violencia e injusticia contra los indios, hoy gritan escandalizados ante los hechos, afortunadamente escasos, de violencia” (EL COMERCIO, 18 de junio de 1990)..
Catarsis
Todavía hay confusión y dolor. Todavía hay que separar la paja del trigo para explicar lo que está pasando, los ganadores y perdedores de esta trifulca nacional. Todavía no hay palabras que expliquen la catarsis vivida en doce días de lucha, de solidaridad, de resistencia indígena, pero también de penosos enfrentamientos, brutal represión, gritos desesperados, golpes, llantos, muertos, heridos, encarcelados, desaparecidos, disparos, nubes de bombas lacrimógenas y explosiones, guerra de nervios, enervamiento general, agresividad, odio, resentimiento.
Mordiéndose la cola
Como el perro mordiéndose la cola. Así está el país: que si tocamos fondo, que si nos hundimos como el Titanic de fines de los años noventa, que si estamos quebrados, que si se robaron todo, que si un préstamo para cubrir otro préstamo y luego, como respuesta, que si minería para salir a flote, que si petróleo como garantía, que si ninguna de las dos cosas.
La cereza del pastel
Hace seis años narrábamos, en un libro, una matanza perpetrada en el corazón del Yasuní. Un grupo de guerreros waorani, cumpliendo una tradición de venganza, atacó una casa taromenani y se llevó a dos niñas. De ahí en adelante, el Estado se empeñó en tapar esas muertes, sus omisiones y la negligencia de los funcionarios, que es de lo que hablaba el libro cuya circulación se quiso evitar por orden de un juez. Ahora, el mismo día que los Yasunidos protestaban por su consulta ante el CNE, el Estado ecuatoriano sellaba su lavada de manos, disfrazada de sentencia “con aplicación de principios de interculturalidad”, sin que nadie diga ni pío.
Mala fe
¿Acabó ya el revanchismo nacional? ¿O vamos a seguir en las mismas, como perros mordiéndonos la cola, dando vueltas sobre el mismo eje, sin avanzar para ninguna parte? Ya llevamos dos años de este nuevo/viejo gobierno y la tónica es la misma: semana a semana un nuevo escándalo de corrupción porque ahí, donde se aplasta, de ahí mismo sale pus. Pero a eso se le añade la mala fe, las noticias falsas y la gana de fastidiar. Como resultado: el tedio más absoluto, la ninguna gana de discutir, la apatía general, la dificultad de poner argumentos sobre la mesa.
La misma piedra
Desde los tiempos de la Colonia parece que vamos tropezando con la misma piedra una y otra vez. Una y otra vez. El Dorado, decían los conquistadores que llegaban a buscar oro. Sí. Oro. Igual que los mineros de Buenos Aires y que los gigantes de las empresas chinas o canadienses, el mismo oro que sale de las entrañas de la tierra y que irá a parar a las bóvedas de los bancos. Parece que no aprendemos nada de la historia. Repetimos la misma tontera una y otra vez. Una y otra vez. Falacias como esa de los “mendigos sentados sobre sacos de oro”, o sobre sacos de petróleo, igual da, son parte del discurso oficial. Falacias como esas de “entonces no uses carro ni uses celular”. Quienes van por la explotación de los recursos insisten en argumentos como esos, pero olvidan la historia de saqueo que ha sido la historia extractivista.
Más de lo mismo
No solo es el Decreto 751 el que demuestra, una vez más, que el país carece de políticas de protección para los pueblos indígenas en aislamiento y que no le interesa en lo más mínimo. El decreto es una de las gotas que derraman el vaso de la desidia y el quemeimportismo estatal. Otra gota, la apelación del Ministerio del Ambiente a la demanda de los waorani de Pastaza a quienes, pruebas al canto, no se les consultó de manera libre e informada sobre la explotación petrolera en su territorio.