Tema

Milagros Aguirre

Progreso

No hay vuelta atrás. Desarrollo y progreso parecen ser, en tiempos revolucionarios, la novelería del shopping, la desesperación por comprar cualquier cosa que está en el mercado y que represente al más puro capital al que decimos aborrecer.

Chapucerías

En un lugar de la mancha, cuyo nombre voy a omitir, un nuevo hospital se hizo viejo antes de que pudiera atender a ningún enfermo. En el viejo, ya se sabe, entrar es, digamos, salir con los pies por delante.

Acuerdos

Luego de tantos anuncios de desestabilización, de contramarchas, de jugar al gato y al ratón, resulta que, entre gobierno y oposición, son más los acuerdos que los desacuerdos…

El reino del revés

Me dijeron que en el reino del revés, nada el pájaro y vuela el pez. Que el derecho a la resistencia, consagrado en la Constitución, era una herramienta de reclamo para los ciudadanos frente al poder. Pero ha sido una herramienta para los gobernantes, ministerios y funcionarios para defenderse de unas poquitas minorías –bien minorías y bien poquitas- de ciudadanos descontentos.

Las amazonas

¡Híjole! Nunca ha sido tan agitado y tan sonado el Día de la Mujer como en este 2012. Y menos, en Coca, en este pueblo donde, solía haber una sola marcha y un solo desfile porque sus gentes eran bien llevadas unas con otras. Ahora todos marchan. Perdón. Todas. Porque en estas tierras de Orellana las riendas las llevan las amazonas. Aunque se vayan por senderos distintos.

La mecha encendida

Ojalá el perdón apague la mecha de la bárbara hoguera contemporánea, esa mecha que se ha prendido con un combustible de odio, resentimiento, intolerancia y palabra virulenta. Ese odio que es capaz no solo de aplastar al enemigo hasta volverlo nada, sino saltar sobre su cadáver, aplastar la herida hasta que salga pus, destrozarlo, danzar alrededor de su derrota, arrastrarlo, cortarlo en pedacitos, relamerse y frotarse las manos…“bienechito”.

Cambios profundos

Cierto. La revolución nos ha revolucionado. Ha cambiado todo. Y profundamente. En serio. Verdaderamente hemos revolucionado. Nada es lo que era. Basta con algunos ejemplos: los grafiteros de las paredes de Quito, que ayer eran íconos de la subversión y de la poética antisistema, inspiradísimos poetas de las paredes blancas, herederos de los movimientos de Mayo del 68, revolucionaron tanto, pero tanto, que hoy son una tuerca más de la maquinaria de la publicidad oficial y oficiosa y pintan consignas por encargo. Los alfaristas de ayer que eran bien revolucionarios, revolucionaron tanto que ahora defienden sus cargos meritocráticos a capa y…¡espada!

Anestesia

Tanta bulla por los toros. Tanta indignación por la tortura a los pobres animalitos. Y a la vez, tanta indiferencia por la vida. Por los puñales con los que la miseria exculpa al que mata por celos con una puñalada trapera o al que aplasta el gatillo y le da el tiro certero que acalla la voz del actor. Tanta indiferencia frente a los sin nombre que, acorralados por mafias, deudas y chantajes, han sido blanco del tiro del sicario mientras la sociedad, dando las espaldas a la escena del crimen, justifica la sangre en el pavimento con argumentos tan vagos y torpes como aquellos de que “ha sido por ajuste de cuentas, a nadie le matan porque sí… en qué estaría metido… han sido colombianos… han sido refugiados”, como si esos ya fueran atenuantes para el mortífero final de un ser humano. Mejor no ver, mejor no enterarse, mejor no saber el móvil del crimen ni exigir que se investigue, mejor que se arreglen “allá, entre blancos”, mejor salir a pintar defendiendo la vida del toro a tener que ver

Indignados

Qué bueno que se hayan indignado los jóvenes de España. Y los de Egipto. Y los de Libia. Motivos para la indignación sobran. Y en el mundo entero. Que se indignen los desempleados, los maltratados, los que no tienen oportunidades, los que han sido obligados a callarse, los abandonados, los marginados, los que son parte de las estadísticas de desempleo, los que no tienen oportunidad de expresarse, los que quieren vivir mejor, los que sueñan, los que trabajan, los que luchan, los insatisfechos, los que cuestionan, los que no comen cuento, los que están hartos, los que escriben, los artistas, los intelectuales, los maestros, los estudiantes, los dirigentes.