El gusto por el micro cuento o el micro relato no es de ahora, aunque últimamente ha adquirido características propias. Desde muy antiguo se conoció la fábula, ese género tan recurrido por pedagogos de todos los tiempos por su carácter moralizante. Igual cosa podemos decir de la parábola sabiendo que esta ha estado unida, por lo general, a los textos sagrados. El cultivo del relato breve, corto en palabras y sugestivo en significados, participa de aquel lema conceptista de “si poco y bueno, dos veces bueno” y al que Gracián aspiraba como norma suprema del arte literario. En las tertulias de café del Madrid de inicios del siglo XX, Ramón Gómez de la Serna encandiló con su ingenio expresado en sus célebres “greguerías”, pequeños textos en prosa en los que el autor comunicaba una visión nueva y sorprendente de la realidad con ese estilo suyo, aligerado por un humor de buena cepa. En esta época del micro chip, lo cibernético y los viajes interplanetarios, nos llega nuevamente, pero con otr
La premiación del MicroQuito comenzó a las 19:34, como manda la extraña etiqueta ecuatoriana, es decir, respetando la media hora de atraso reglamentario. Durante la siguiente hora, 12 personas fueron nombradas en el escenario: eran los ganadores del segundo concurso de microcuentos sobre Quito, escogidos entre más de 10 000 cuentos enviados.