Medio Oriente

La persistente crisis en Libia y la visita del canciller Patiño a Medio Oriente ofrecen una excelente oportunidad para hacer una reflexión sobre los últimos eventos de la política exterior ecuatoriana y su impacto en el escenario inmediato, porque parece haberse olvidado que la política exterior es un reflejo del estado ecuatoriano y no solo de su gobierno. Al canciller Patiño no le haría mal tener un mapamundi en su oficina y entender las relaciones internacionales como profundamente interconectados económica y políticamente.

El Ecuador se apresuró a emitir un comunicado sobre la crisis en Egipto, el 11 de febrero haciendo votos para que se escuche el clamor popular y se lleve a cabo un proceso de transición. Una nota coherente con un gobierno democrático. Sin embargo, el 23 de febrero emite un comunicado sobre Libia en tonos diferentes, y neutros sobre la violencia, llamando a las partes al diálogo. Tal vez sin enterarse que había tanques y aviones de por medio. La ambiguedad del pronunciamiento sobre el origen de la violencia en Libia dejó al Ecuador muy mal situado para criticar la resolución del Consejo de Seguridad sobre el uso de la fuerza. Tampoco ayudó que el Ecuador respondiera casi como en un acto reflejo al anuncio de mediación de Venezuela, justamente cuando la violencia de Gadafi en Libia estaba tomando tonos catastróficos. Una decisión de esta naturaleza no puede ser tan reactiva. No pasaron sino horas entre el anuncio del canciller Patiño sobre su apoyo a Venezuela y su viaje en el siguiente avión a Caracas. ¿No hay una especie de comisión de crisis o algo por el estilo para medir el peso de este tipo de decisiones? ¿No midió tal vez el Gobierno –con un análisis sopesado- si es que su decisión de endosar al presidente Chávez tendría repercusiones negativas de cara a la visita del propio Canciller a Medio Oriente? ¿No sabían que la mayoría de regímenes árabes –entre ellos Emiratos Árabes Unidos y Qatar, a donde fue el Canciller- desprecian a Gadafi y por eso aceptaron los bombardeos?

Y una pregunta aún más interesante ¿no creen que europeos y estadounidenses se pondrán a pensar dos veces frente a un país con una conducta tan ambigua frente a un opresor como Gadafi, justamente en la mesa de negociaciones comerciales o de cooperación?

Tarde o temprano, llega la factura a la soberanía que quieren defender. Los apretones de manos y las fotos sonrientes no son una prueba de aceptación, apenas una prueba de diplomacia. Sobra decir que son dos cosas muy distintas.

Precisamente por estas razones es que el mapamundi podría ser muy útil. Lanzarse sin paracaídas en un tema tan espinoso como Libia, sin una claridad moral y política de por medio, no ayuda a los intereses ecuatorianos establecidos en su propio plan del buen vivir.

La política exterior no puede ser manejada como un blog más de Rebelion.org.

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