Medidas económicas

Corría el año de 1959, el gobierno ante la situación de iliquidez y la crisis que se avecinaba resolvió dictar varias medidas económicas de ajuste fiscal.

Uno de los textos que recoge aquel momento histórico decía lo siguiente:
“…En cualquier caso, en septiembre el gobierno se lanzó a una política fiscal agresiva; se crearon impuestos sobre las importaciones: hasta el 30 por ciento en comestibles, el 40 por ciento en máquinas de escribir y de oficina, 60 por ciento en coches baratos y algunos artículos domésticos y el 80 por ciento en los coches caros. A partir de entonces se exigieron permisos de importación para todo y se restringió el cambio de moneda extranjera. Se iba a crear un ambiente de austeridad. … atacó el alcoholismo, calificándolo de “vicio peor que todos los demás juntos”, y cargó de impuestos a las bebidas. Sin embargo, al mismo tiempo, y contradictoriamente, hubo un intento de resucitar el turismo. Carlos Almoina, director del Instituto del Turismo, anunció un programa fulgurante destinado a fomentar la inversión en hoteles, a construir un nuevo aeropuerto para jets, y se hicieron planes para celebrar una gran conferencia turística el mes siguiente.”


De no ser porque en los párrafos anteriores consta el año en que se tomaron las referidas medidas económicas, y también porque aparece en la cita textual el nombre de Carlos Almoina con su cargo de director del Instituto del Turismo, bien podría pensarse que tales medidas se tomaron aquí, en el Ecuador del siglo XXI, hace poco tiempo u hoy mismo. Sin embargo, la cita se refiere a otro país latinoamericano, Cuba, y a los meses iniciales del gobierno revolucionario de Fidel Castro (aunque el presidente en septiembre de 1959, nominalmente, era Osvaldo Dorticós). La cita ha sido tomada del libro ‘Cuba, la lucha por la libertad’ del historiador inglés Hugh Thomas.


Esos primeros meses del gobierno revolucionario cubano, que se había hecho con el poder tras derrocar al dictador Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959, transcurrieron en medio de la incertidumbre política por la línea ideológica que tomaría Castro (algo que no se reveló con claridad hasta abril de 1961 cuando ya la Unión Soviética había acordado su apoyo a Cuba y Fidel declaró que la revolución sería comunista, marxista y leninista), y también por la crisis económica en la que había caído el país tras las batallas contra el régimen batistiano que dejó vacías (en gran parte por corrupción) las arcas fiscales de la isla.


Así, 1959 fue para Cuba un año de reorganización gubernamental y de violentos cambios sociales. 
Así llegaron también, de la mano de todos esos cambios, la purga de antiguos colaboradores batistianos y la eliminación o expulsión de cualquiera que se atreviera a contradecir al nuevo régimen. 
Así surgieron además la presunta y fallida revolución moral. 
Así se decidieron los severos reajustes económicos con los que comenzó la era de la Cuba comunista, marxista y leninista.

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