La cantante española Rosalía tiene un tatuaje que dio de qué hablar entre sus seguidores en redes sociales, que lo asocian a una imagen sexual.
Un relato en el que se afirma que el órgano genital masculino “es un instrumento que sirve para poner juicio o sentido” es parte del libro Anécdotas y Cuentos del Pueblo Kichwa Saraguro, publicado en el 2017 por el Instituto de Idiomas, Ciencias y Saberes Ancestrales (Iicsae).
En Tailandia, un país donde sus habitantes están obsesionados con blanquear su bronceada piel, está causando furor un nuevo tratamiento: un láser blanqueador para genitales masculinos.
“Todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar” escribió el genial, el profundo y sencillo, el gran poeta Antonio Machado. Que me perdone por tomar sus palabras prosaicamente, para probar hoy, en su voz, que es posible decir ‘la mar’ y cómo el uso de mar en femenino se da, sobre todo, en la poesía.
Los tatuajes colonizaron los cuerpos. Hombres y mujeres deciden pintar con distintas figuras sus brazos, piernas, espaldas, pechos. No es una novedad. Se estiman que los primeros tatuajes datan de hace más de 5.000 años. Aunque en los últimos tiempos la moda se reinstaló con fines estéticos.
Un equipo de científicos del Instituto Pirbright del Reino Unido identificó el gen de la masculinidad en los mosquitos transmisores de la malaria, un hallazgo que abre la puerta al control genético de la enfermedad, según un estudio publicado el jueves 30 de junio de 2016 en la revista Science.
A muchos les cogió como un baldazo de agua fría la noticia del fallecimiento del mítico David Bowie, este domingo 10 de enero de 2016. Esto se debió, quizás, a que no se había hablado públicamente sobre su batalla contra el cáncer. ¿Cómo imaginarse la muerte de un artista que tres días antes había publicado un nuevo disco? Con este álbum, llamado Blackstar, que contiene tintes de acid jazz y música contemporánea, Bowie demostró que sigue tan vigente como desde sus primeros días.
El cerebro humano presenta diferencias en función del sexo, pero no puede hablarse de que haya un cerebro masculino y otro femenino, según un estudio que publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).