Sus motores rugen, particular silbido que anuncia el paso de la gran masa sobre ruedas. No es uno, pueden ser dos o tres sobre el asfalto de la ciudad. No es simplemente una estructura metálica, es el transporte de seres humanos encerrados y sin control alguno, cuyos pensamientos no podemos adivinar. Buses de transporte público al servicio de la comunidad, pero sin responsabilidad alguna sobre la labor que desempeñan. Su deficiente servicio e incapacidad de cumplir la ley es ampliamente conocida y, desgraciadamente, aceptada hasta por la misma autoridad de tránsito, que se ha dado por vencida demostrando inoperancia. ¿Son cómplices? El silencio y la ceguera son convenientes, simplemente no tienen la capacidad de cumplir con su obligación. La AMT pierde y los transportistas ganan espacio anárquicamente.
¿Qué extraño sentimiento, pensamiento, práctica o ideología haría pensar a un ser humano que es superior a otro ser tan humano como él? Quizás el miedo a lo desconocido, a lo que no practicamos como común, el temor a resultar inferior. Somos, todos, hombres y mujeres con el mismo derecho a la vida, diferentes en edad, color de piel, la fe y nuestras costumbres culinarias, es decir, la cultura en la que nos criamos. Unos comemos llapingachos, otros, tortillas de maíz o arepas.
La sumisión, permiso inconsciente que abre la puerta al abuso de un superior, un controlador, un poderoso, ante quien la seguridad personal se desmorona. Reacción inicial al miedo que paraliza. Gigante, aterrador, monstruo incontrolable que, con su sola presencia, distorsiona los principios, inclusive, confundiendo la moral y la ética, en quién sufre, repentinamente, aunque puede ser una constante, modificadora de su acción, aprisionando su voluntad, inteligencia y emociones. La mujer, por la cultura en la que vivimos, es especialmente susceptible, aunque los hombres lo sufran y no lo acepten, a este miedo que obliga a actuar de maneras insospechables, por mantener un trabajo o lograr una posición, sus esperanzas vivas, en definitiva, por sobrevivir en el ámbito personal o profesional.
El mercurio sube peligrosamente, mide la fiebre acorde a la corrupción y, ante la descarada e indigna verborrea que pretende encubrirla. Los presuntos acusados sienten afectación e injusticia cuando la balanza, parece equilibrarse. Tibia reacción de quien ofreció que caiga quien caiga esta plaga sería eliminada. Es poco tiempo, verdad, pero, sus palabras suenan huecas cuando no hay una resistencia tan virulenta como la enfermedad que sume al Ecuador en un estado comatoso. Tibieza, como la que arropa a los recién nacidos entre tejidos afectuosos. Reacción a una serie de insólitos acontecimientos que no aclaran ni convencen ante lo ya conocido.
Nada. Nada nuevo se dijo. Minutos que confiamos devolverían el rumbo de la historia, fueron nada. Expectantes, ante la prometida revolución que cambiara la ruta, que, como bien lo ha dicho él, cayera quien cayera, recuperara la década perdida. Despachó el informe económico, calmo, medido, serenísimo, ante la indispensable revisión, en teoría, camino de vuelta a la realidad. Había ofrecido hacerlo. Cumplió. Descubrió lo que ya sabíamos, que la situación del país es grave, atreviéndose, valiente, a negar lo asegurado, rompiendo con quien ya no está, el fantasma que tuitea con descaro y con quien lo suple en persona. Se enfrenta al pueblo y toda una red de ovejunos pensadores y sumisas defensoras del pasado que ya no es ni, permitiremos que vuelva a ser. Corre la cortina de humo a sabiendas de que hay los guerreros de a pie, quienes, cuidando sus espaldas, osan apoyar la debacle venezolana. Ecuador, es, sin duda, lo mencionó, la casa de todos, ¿De los principios y legalidad que se han esf
¡Qué carga! ¡Tan pesada, tan difícil de jalar! Una herencia que será una sombra permanente en la vida del mandatario entrante, porque el anterior, simplemente, como gato con sus garras, intenta perpetuarse. No quiere dejar el enviciante poder, desprenderse de lo que le daba vida. Piensa que nadie después de él, se acomodará en la banda presidencial. Ni a su propio recomendado, su heredero en el poder, le quedará bien. ¡Qué carga tan pesada! Una sombra permanente, el sol nunca más cambiará de posición, hará sombra.
Valentía, palabra frecuente para describir al ser humano por sus actos o palabras, reconocidos como heroicos. Califica bien a quien partió al otro mundo, de nubes azules y acolchonadas o, en su defecto, al caldero de fuego infernal. Cuando un hombre deja de ser presencia en el plano que existimos, se dice lo que sea, pocos lo discutirán, la única verdad es, que ya no está. Hazañas gigantes, lo hayan sido o no, lo recordarán con bondad. Sus maldades e injusticias, avaricias y actos negativos, se perderán con el pasar del tiempo. Si su vida fue pública y sus acciones más negativas que positivas, serán figuras controversiales y, el llanto masivo, no faltará. Los fanáticos lo defenderán firmemente contra el juicio de la historia, será el maestro de la verdad, más aún, si se cobijaron bajo su manto de poder. Sus detractores, sacarán a la luz la verdad. El pueblo que vivió en silencio bajo su poder, podrá, con nueva libertad, gritar su dolor, no por la muerte, sino, por lo vivido.
Un total de 64 000 hectáreas de páramos están en entredicho desde el año 1824, antes de que Ecuador sea República.
¿Desde cuándo algo va porque va? Frase disonante en un mundo libre, democrático, donde el pueblo escoge a sus mandantes en búsqueda de mejoras en su vida a través de quien administra la ciudad y el país en los que vive.
¿Qué hacer? ¿Un espejismo? No el de un oasis en el desierto, sino el de un desierto más desértico en medio de la interminable y seca arena. No veo la posibilidad de esperanza que, por temporada, trae expectativa y el repentino, sorpresivo, aunque temporal florecimiento de miles de especies que traen color y alegría, lo suficiente para luego volver a ver desierto hasta la próxima explosión de maravillosa naturaleza, permitiendo que se pueda soportar la realidad de la certera sequía.
Los políticos del socialismo del siglo XXI parecen haber olvidado los valores y cualidades que deberían tener los hombres y mujeres que se deciden por el servicio al pueblo, especialmente bajo este tipo de ideología.
Ecuador, ¡maravilloso para el turismo! Sus paisajes ofrecen todo: volcanes de nieves eternas, valles de tonalidades verdes inesperadas, la selva hacia el este donde nace el gran Amazonas y por el oeste, playas interminables de espectaculares caídas del sol. La diversidad de su gente, sus costumbres milenarias. La gastronomía, un mundo en sí mismo, con variantes inesperadas que llaman la atención. Su clima benevolente, sin extremos, que permiten el todo cultivo. Bienes naturales y culturales patrimoniales como las Islas Galápagos, el Yasuní, Quito, la primera Ciudad Patrimonio de la Humanidad, una lista interminable. Apasionada como soy de mi país, Ecuador podría ser turístico por excelencia.
mcardenas@elcomercio.org Épocas festivas, renovación y paz. No olvidaremos el obligatorio repaso del año que termina. Cuestionaremos o felicitaremos lo logrado; quizá nos culparemos por lo inalcanzado, midiendo nuestras expectativas contra la realidad bajo un sistema de medición que no perdona. Sin duda, nuestros sueños no se cumplen en su totalidad…
Se quejan de que solo hay reacciones negativas hacia las acciones inmejorables implantadas por este Gobierno. Estoy de acuerdo, hay acciones inmejorables. Llegan a pocos pero, poniendo los resultados en una balanza, resulta que las acciones imperdonables junto a las injustificables y hasta las innombrables, la visión es un presente duro para la mayoría del pueblo, incluyendo a aquellos que conforman los miles de burócratas que callan las verdades por miedo a perder sus puestos de trabajo y, por lo tanto, el sustento para sus familias.
Pocos ecuatorianos vivirán esta experiencia turística en su propio país, pues el precio está por las nubes. Afortunadamente fui invitada y disfruté de días de descanso y trabajo a la vez, en un vagón del famoso Tren Crucero, en la vía Durán- Ambato. El tramo del Cotopaxi con su hermosa parada del Boliche está fuera de servicio por la posible erupción y se cambió con un viaje en bus hasta Ibarra y luego, en tren, hasta Otavalo.
El Ecuador, este encantador y folclórico país, donde se da y se come yuca en muchas formas por sus valores nutritivos, su precio según la temporada, nos da una idea de nuestra biodiversidad y pluriculturalidad que, a la vez, nos permite expresar libremente una variedad de gustos e ideas, indispensables para la creación de una memoria histórica culinaria. Así es como, cuando pensamos en el tubérculo lo vemos en sus múltiples formas, más largo o más corto, gordito o más flaquito y con variantes en el color, desde su cáscara café hasta su interior del más puro blanco hasta un profundo morado.
Cuando doy mi palabra, es mi promesa y la debo cumplir. Compromiso con aquellas personas que se me acercan a pedir que se exponga la verdad, una vez más, ante lo que, al parecer, son los oídos sordos de la AMT. Tuve un breve encuentro vía Twitter con el nuevo director, a pocos días de su nombramiento, aunque antes ya ocupaba otro puesto en la misma dirección, según me comentó.
El no tránsito fluido es una herencia del no Alcalde que aún no se logra solucionar. Dirán que hizo obras maravillosas que recién ahora se inauguran y que gracias a él tenemos esta ciudad que antes no existió y ya no existe porque él no está; lo cierto es que ninguna de las obras que se están inaugurando son enteramente de esa administración y las que sí son solo de él son un dolor de cabeza. La verdad es que laten las sienes por las molestias que producen las herencias de la antigua administración.
Cuando lo que aspiramos a tener o hacer se convierte en un alimento, no del espíritu o necesario para el cuerpo, sino de una mal habida emoción, esto se convierte en un vicio.
El silencio… Representado en esos momentos de soledad indispensables para vivir en paz y tranquilidad con uno mismo, es positivo, llena de energía. El silencio permite la reflexión, escucharse a sí mismo y tener una vida más consciente y productiva. El silencio es indispensable y, por lo tanto, además de productivo, necesario para el bienestar del humano. Pero, así como es productivo, puede ser destructivo cuando se guarda un silencio indebido, casi culpable, decidor de muchas cosas cuando no se defiende a un pueblo que está pasando por una guerra política que afecta todos los aspectos de la vida de un país.