La lojana Beatriz Criollo Soto, de 56 años, tenía el mismo sueño que buena parte de la población: adquirir una casa propia. Cada vez que pasaba frente a una construcción pensaba: “Cómo quisiera comprar un terrenito. Aunque sea tapados con plástico viviríamos ahí, mis ocho hijos y yo”.