El líder

Todos entendemos lo que es un líder, no solo en el campo político sino en cualquier otra actividad. El líder es: “Persona a la que un grupo sigue reconociéndola como jefe u orientadora” (DRAE).

Tenemos a la vista los casos de Iraq, Egipto, Libia, Siria, Corea del Norte, entre otros países.

En la Unión Soviética un líder de larga permanencia en el poder fue el dictador José Stalin. Como una despiadada sátira al estalinismo, con carácter universal el escritor Eric Arthur Blair (George Orwell), escribió el libro intitulado ‘Rebelión en la Granja’, en el que desarrolla el liderazgo únicamente con animales. A la cabeza, un cerdo muy inteligente, auxiliado por perros de cacería Bluebell, Jessie y Pincher. El trabajo más duro recaía en el caballo Boxer y en una yegua robusta llamada Clover. Los animales estaban hartos del trabajo duro que les imponía Jones, dueño de la finca. Razonaba, con los demás animales, contra semejante trato y encabezó la rebelión para derrocar a la raza humana. Su eslogan: “Cuatro patas, sí; dos patas, no”, corría de animal en animal, hasta que la rebelión en la granja triunfó. Pusieron en fuga al dueño y se apropiaron de la finca.

Ya en posesión, todo era entendimiento y cooperación, pero avanzado el tiempo surgieron rivalidades y envidias y no pararon hasta liquidar a la “revolución”, inclusive aliándose con otro dueño, humano y vecino.

Los domingos había reuniones de asamblea para conocer y resolver los problemas de la granja. De pronto, el cerdo dirigente de nombre Napoleón, heredero del fundador, dio fin a las reuniones. Eran innecesarias, dijo, y hacían perder tiempo. En el futuro, todas las cuestiones relacionadas con el gobierno de la granja, serían resueltas por una comisión presidida por él.

Algunos subalternos empezaron a identificarlo como “líder”. Imponía su voluntad auxiliándose de los perros de presa. Pasado un tiempo, circuló un poema titulado “Camarada Napoleón”, con estos dos primeros versos: “Amigo de los desheredados”. “Fuente de bienestar”.

Pero la producción de la granja se reducía, el descontento aumentaba y funcionaba, a mil maravillas, un animal que se encargaba de convencerlos de que todo estaba perfecto. Napoleón hizo entendimientos con el dueño humano de una finca vecina. Eliminó el trato de “camaradas”; cambió el nombre de la granja a su original. Rodeado de sus cercanos serviles, inició una vida de molicie. Un día, jugando cartas con el dueño humano de la otra finca, tuvo un fuerte altercado por haber descubierto que cada uno tenía un as de espadas.

Debido a esas costumbres, Napoleón y sus cercanos ayudantes tenían más parecido con un humano que con el cerdo congénere.

Bien es cierto que George Orwell escribió una parodia, pero la embriaguez y la arbitrariedad del poder están bien definidas en su libro de valor universal.

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