Este año, hasta el 15 de diciembre, se han reportado 3 033 siniestros de tránsito. La cifra es superior a lo ocurrido en el 2020, cuando se presentaron 2 874.
Los plazos del Ejecutivo para sus observaciones chocan con la transición. Fabricio Villamar fue destituido ayer.
Tres infracciones en un minuto. Al mediodía del martes 30 de abril del 2019, en la intersección de las avenidas 6 de Diciembre y Colón (norte de Quito), dos señoras cruzaron la vía (una de ellas con un bebé en brazos), por una zona no permitida; además, un joven saltó por un extremo de la parada de la Ecovía (de al menos un metro de alto) en lugar de caminar hasta la salida, y simultáneamente, un vehículo sin placas pasó por el carril exclusivo, sentido norte-sur.
Aunque las imprudencias al volante ocurren en todas las vías de la ciudad hay algunas, como la Simón Bolívar, en donde las consecuencias son mayores. Solo hasta el 18 de enero pasado, en esa vía ocurrieron 25 accidentes que dejaron 26 heridos y un fallecido, según la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT).
Cuando me vio volver a la casa con el casco estropeado, una herida en el tobillo y huellas de llanta en el pantalón, la Paula pegó un salto: “¿Qué te pasó?”. Respondí con una sonrisa tímida que me había atropellado un carro. No, no me había pasado por encima, menos mal, solo me lanzó de cabeza contra el asfalto y las marcas eran de la llanta de la bicicleta. “¡Pudo haberte matado!”. Sí, claro, si aceleraba un poco más. O pudo, al menos, quebrarme la pantorrilla.
¿Qué sucede realmente en los casos en los que el conductor que viole las leyes de tránsito no es el propietario del vehículo? Pues, sucede un fenómeno muy extraño: El dueño del vehículo se entera después de mucho tiempo -vía renovación de licencia o consulta en multas por Internet- que tiene menos puntos en su licencia sin ni siquiera haber conducido su propio vehículo, en especial cuando es carro de trabajo, porque personas que manejaron su vehículo cometieron infracciones de tránsito, sean estos empleados, familiares, etc.
Residentes en Latinoamérica siguen con espanto las tenebrosas cifras del crimen, sin advertir que un peligro no menor acecha las calles de sus ciudades: en la mayoría de sus países, es más probable morir en un accidente de tránsito que a manos del hampa.
Cinco personas murieron en tres accidentes de tránsito. Sucedieron en las últimas 48 horas, en Quito y sus periferias. Y en todos los casos, los conductores se fugaron del lugar.
Transitar por las carreteras del país, hay que reconocerlo, resulta placentero y confortable, por las buenas condiciones de las vías, en su mayoría. Esto contrasta, indiscutiblemente con la permanente inobservancia, ya sea por negligencia o desconocimiento, sobre las leyes de Tránsito, que tan exuberantemente se han promulgado, siempre en nombre del ordenamiento del tránsito vehicular, para prevenir los constantes accidentes, que tantos muertos y heridos ocasionan.