El propósito es ofrecer productos más saludables y nutritivos, aptos para grandes y chicos, y con diferentes preexistencias.
Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía del organismo; aportan entre el 50 y 60% de las necesidades calóricas diarias.
Cuando las personas escuchan la palabra proteína, inmediatamente la asocian con la carne de origen animal, sobre todo, con la que proviene de la vaca.
Solo por prevención. Los expertos en nutrición y producción de alimentos sugieren contar siempre en casa con productos no perecibles como las leguminosas, frutos secos, cereales integrales, y otras opciones más duraderas como los congelados (pulpas de fruta, carne de pollo o pescado) y con un poco de dulce; una opción saludable es la stevia, miel de abeja o panela.
Lentejas, fréjoles, garbanzos y otras legumbres tienen, a veces, “efectos sociales colaterales” en el entorno, después de ingeridos. Pero aunque resulte difícil de creer, también contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cocinar con garbanzo, lenteja o habas puede resultar tedioso. Pero si se los aplica en su versión en harina la cantidad de recetas que se pueden aplicar crece y se reduce el tiempo de cocción.
El 2016 se designó como el Año Internacional de las Leguminosas, un aporte desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, para mejorar la nutrición. Pero los granos que forman parte de esta rama hacen más que balancear la dieta, pues añaden textura a la comida y un sabor característico.