En la esquina de una plaza que ha devenido en una de las más lindas de Quito (la Borja Yerovi) hay una puerta entre metálica y de vidrio -siempre cerrada-. Ahí hay un timbre. Una vez que la puerta se abre está Le Petit Pigalle, un sitio que según anuncia la carta es “París en Quito”. Es una exageración de buena fe.