Eran las 10:00 del sábado 12 de octubre del 2019. El sol ardía en Quito. Julio Flores cobijó su espalda con la bandera de Ecuador; se ‘armó’ con un escudo de cartón y una mascarilla para evitar que el gas lacrimógeno que cubría la ciudad lo aturdiera. Aquella mañana, el país vivía el décimo día de protestas contra las medidas anunciadas por el Gobierno de Ecuador.