Crecer / envejecer es el proceso de decepcionarse del país, de la política, etc. Viene a mi mente el título del libro con el que mi amigo Andrés Villalba ganó el premio Jorge Carrera Andrade, “No mueras joven, todavía queda gente a quien decepcionar.”
Es exasperante, a veces me da ganas de rasguñarme la cara de las iras y la impotencia. En el país se va más allá de la idiotez, más allá de la miopía, es una especie de turbo quemeimportismo. A los ecuatorianos lo nuestro, nuestro patrimonio, nos importa menos que un átomo de bledo. Nuestra naturaleza insólita, menospreciada y desatendida; nuestra cultura, ignorada; nuestras empresas, descartadas como un soldadito de plomo.
jguarderas@elcomercio.org ¿Cómo se define la maldad? Explicarlo en términos de imágenes ayuda; por eso ha pervivido durante tanto tiempo el símbolo del yin-yang, que se estima apareció en el II AC. Pero no define – en prosa – qué es el mal. Es un tema que me apasiona; yo quiero ser bueno, y – para saberme así – necesito entender que mis acciones no son tendentes a la maldad. Necesito una definición, así de simple. Y, no es nada fácil encontrar un concepto satisfactorio. Los primeros cánones que solemos conocer son los religiosos, empezando por la historia de la serpiente del jardín de las delicias. Se trata de una metáfora simplísima. Hay el Árbol del Conocimiento y Eva considera comer su fruto (nunca se menciona una manzana). La serpiente no la seduce, no la coquetea, la convence con una frase. “(Si comes el fruto del conocimiento) serás como Dios, al ser capaz de distinguir el bien y el mal.” Entenderán que lejos de apartarme del conocimiento, esa oración me ha convencido – tal vez m
¿Cuál es el precio de la farra? La palabra es justa – farra – porque lo que pasó fue un festín de emociones. Nos chumamos con las palabras “patria altiva y soberana”, “prohibido olvidar”, “manos limpias, corazones ardientes”, “la patria ya es de todos”, y con ese impulso quitamos el freno de mano.
Es osado, un editorial de poesía. En más de diez años de escribir aquí he desarrollado un pequeño olfato sobre las temáticas que causan furor. Editoriales con aseveraciones políticas virulentas, éxito asegurado. Futbol o sexo, emails de odio de lectores a granel. Filosofía, epistemología, apatía e indiferencia. Una vez escribí “Zaratustra y los grandes bancos”, con premisas nietzscheanas aplicadas al mundo financiero, tuve mucho menos impacto que cuando escribí “Ya no soy de la Liga” (aunque también tenía bases filosóficas, esta vez anarquistas).
¡Hay un elefante en la sala y no lo decimos! No es un detalle, ni una minucia, es enorme. Es más, es fundamental, pero la gente se hace la loca. Krylov, el autor de fábulas ruso, escribió una historia de un hombre que va a un museo y observa un sinnúmero de pormenores, pero no se inmuta por la presencia de un elefante. Allí nació la metáfora más célebre para describir aquellos temas cruciales que la gente prefiere ignorar.
Los insultos eran tremendos. Sin timidez, con total agresividad, las gargantas se desgañitaban. Fuera de la audiencia los simpatizantes de Correa coreaban ofensas contra Felipe Rodríguez. Y, con el avance del proceso, mi admiración se reafirmó. ¡Impresionante valentía!
Enormes, relucientes, maravillosas; pocas cosas son tan fabulosas como las flores que le llegan a Correa de – nada menos que – Julio César Trujillo y los consejeros del Cpccs- t. Divertidas ironías, justo aquellos que estaban llamados a terminar con la tiranía de ese personaje, son ahora quienes le tiran su mayor salvavidas.
A nivel mundial la izquierda ha recibido unos formidables varapalos. Entiéndase formidables como enormes pero también como maravillosos, por merecidos (y lo señalo precisamente considerando que me he considerado de izquierda). Y, lejísimos de enmendar sus errores, lejos de renegar de ellos, parecen celebrarlos. Como si les fascinara. Masoquistas, seleccionan los comportamientos que más molestia causen. “Facepalm”, el gesto de cubrirse la cara con la palma de la mano como una expresión de incredulidad, vergüenza o exasperación; la ideología de izquierda parece haber mutado para consistir en la búsqueda incesante del facepalm.
“Buscaremos escuela por escuela, niño por niño, liceo por liceo… meternos allí, multiplicarnos, así como Cristo multiplicó los penes.” El actual plan de Maduro para detener la inflación es el equivalente económico de esta célebre frase suya; sin sentido, ridículo, que genera risas en todo el mundo, a unos venezolanos les da vergüenza, a otros les da miedo al entrever su futuro.
Con este artículo no busco criticar un sistema de valores, ni una postura ideológica, ni peor aún unas creencias religiosas. No quiero que se entienda que busco censurar – ni acallar – manifestaciones que tienen todo el derecho de llevarse a cabo. Por encima de mi postura a favor del aborto o de mi ateísmo, creo en la libertad religiosa como un componente democrático esencial y en el derecho de cada individuo de expresar sus creencias. Empero, sí intento señalar una falta de coherencia que estoy seguro no se da en todos los casos y en todos los lugares; pero allí donde ocurre, es de tal dislate que vale la pena apuntarlo.
¿Cuál es la posibilidad de que las únicas irregularidades de Correa pudieran ser las del caso Balda? ¿Cuán posible es que solo en ese supuesto se haya obrado contra la ley?
Reconozco que el Ecuador produce unas sabrosísimas bananas. He intentado ser objetivo y degustarlas sin un sesgo patriota, aun así considero que su gusto es superior a las que he probado de otros países. Pero por más delicia planetaria que fueran, nunca me terminaron de gustar. Siempre me recordaron al epíteto de república bananera que tanto nos merecemos, y que tantos esfuerzos hemos hecho por preservar.
Efectivamente, María Fernanda Espinosa fue designada Presidenta de la Asamblea General de la ONU; y claro, se vuelve inevitable cuestionar las destrezas que uno desarrolla. Pero, ¿por qué la pregunta, si en Ecuador estamos acostumbrados a que la responsabilidad de los cargos no encaje con el perfil de los designados?
Pocos presidentes – y personajes a nivel mundial, históricos como contemporáneos – han aportado tanto a mi buen humor y ligereza de estado de espíritu como Trump. No es exageración.
Durante diez años tuve una espina venenosa clavada en plena planta del pie. Era una presencia incómoda que recurrentemente venía a enervarme. “País de *****” pensaba cada vez que recordaba el asunto.
jguarderas@elcomercio.org El fútbol tiene fuerzas magnéticas indudables y fortísimas. Eso lo supimos siempre. Pero para mí fue tras el caso Fifagate cuando entendí hasta qué punto esas fuerzas son formidables. Según la fiscalía estadounidense, la corrupción en la FIFA fue sistemática durante al menos 47 años, y especialmente en América del Sur. Y, a pesar de eso, ningún país de la región actuó; pero es que el futbol nos gusta mucho. ¡Menuda excusa! ¡Torcidas prioridades!
País de pobres y país de lelos, debemos serlo porque solo recibimos migajitas, soluciones parche y premios de consuelo. Alláááá, muy, muy lejos, en unos territorios tan diferentes que parecería que existieran a distancias remotas, hay países donde los ciudadanos disfrutan de la justicia y las consecuencias de un verdadero sistema legal.
Los buenos con los buenos, los siniestros amorales con los siniestros amorales, es una cosa natural de afinidades. Exacto, Russia Today (más conocido como RT) se está aliando con un ecuatoriano y ambos son tal para cual.
¿A quién le sorprende que los políticos, todos –incluso los que se llaman de izquierda– defiendan prioritariamente los intereses de los más acaudalados? ¿No se supone que en democracia el voto de un pobre vale igual que el de un adinerado? Tras la Revolución Francesa, donde se buscó abolir el régimen de beneficios que solo los nobles y los clérigos tenían, se presumía que la democracia instauraría un orden donde todos tendrían igualdad de derechos frente al Estado e idéntica importancia política.