Son las nueve de la mañana y el panorama en Quito se dibuja rutinario: hace frío, hay autos atascados por todas partes y una ligera llovizna que acompaña el despertar de la ciudad. A esa misma hora está pactada una cita con el poeta Jossué Baquero quien, quince minutos más tarde, llega al lugar de encuentro: la Plaza de las Américas.