Una respuesta de la Real Academia de la Lengua emitida el miércoles (20 de febrero del 2019) a una usuaria en Twitter en la que señala que no se puede decir "marrona" porque hay adjetivos de una sola terminación como "marrón", "azul" o "imbécil" se ha hecho viral en la red social.
Un amigo, devoto contador de chascarrillos, me relató esta breve historia que la pongo aquí sobre tablero: “Mi abuelo se casó hace poco con una chica de 21 que resultó muy católica, pues no para de hablar del nuevo testamento”. Perlas como esta, dichas (se supone) con un tono burlón pasan por sutiles ironías. Según los entendidos, Freud entre ellos, la ironía es una forma de lo cómico aunque, en sí misma, no es un chiste. El chiste se hace, la comicidad se descubre. Y la ironía aflora solo cuando tal descubrimiento se revela. Al igual que el estornudo que llega de repente, lanzar una ironía o una broma liviana nos deja una sensación de desahogo. La ironía es ese juego de la inteligencia mediante el cual se dice lo contrario de lo que se piensa, pero dando a entender que se piensa lo contrario de lo que se dice.
Sátira, parodia, sarcasmo, ironía, absurdo... los mecanismos del humor que se reproducen en la calle virtual, mediante las redes sociales es variopinta y tienen su forma en el 'meme'. Una forma de carácter descuidado pero espontáneo, simple y efectivo para fines jocosos.
De las formas del humor que son la ironía, el sarcasmo o el cinismo, la curadora de arte Ana Rodríguez señala que la ironía es la que más se acopla al humor gráfico, pues es la que permite una distancia y una mediación entre la realidad y el discurso que la representa de un modo crítico. Mientras que el sarcasmo conlleva una relación de poder entre lo real y su representación, y el cinismo es directo en su intención; la ironía es mordaz porque no es un recurso que pretende ser objetivo.