INSULTOS
Nunca estaré de acuerdo con proferir insultos en contra de personas o funcionarios públicos, como tampoco de recibirlos o aceptarlos por parte de ellos. Sin embargo, causa indignación la carta del Secretario Nacional de Comunicación enviada a EL COMERCIO, cuando expresa: “hemos podido constatar que insultos y ofensas que se escudan en opiniones emitidas por ciertos ‘ciudadanos’ o ‘ciudadanas’ atentan contra la honra del Presidente de la República”; entre comillas la calidad de ciudadanos con lo que pretende una connotación infamante a su condición de tales.
Además, dice que “existe una sistemática actitud de rechazo al Gobierno actual, configurando una notoria provocación al odio”, como oponerse y rechazar a un gobierno autocrático y a las barbaridades de su mal llamada revolución sería inducir al odio entre ecuatorianos.
Está muy equivocado este funcionario en sus asertos, cuando él sabe y está consciente que desde el poder se ha dividido a los ciudadanos en dos clases sociales: “pobres” y “pelucones”, “patriotas y “traidores”, “afectos” y “detractores”, provocando esto sí una profunda fisura dentro de la sociedad. Me permito exponer mi protesta enérgica a este tipo de actitudes.