Los escándalos de corrupción, los abusos sexuales a estudiantes menores de edad y fenómenos tan dramáticos como los terremotos nos han permitido nuevamente estrechar lazos en nuestro tejido social. Y frente a tales situaciones, el pensamiento de Émile Durkheim, de quien recientemente se conmemoraron 100 años de su muerte, nos permite analizar el modelo de sociedad por la cual trabajamos.
En este tiempo, los socialismos en todas sus presentaciones constituyen lo "políticamente correcto". Lo colectivo y los colectivismos gozan de prestigio y son signo de modernidad, de progreso y de bondad. En contraste, sufre toda suerte de descrédito lo individual, el individualismo, y por cierto, esa mala palabra en que le han convertido al liberalismo. ¿Qué hay de verdad en todo esto? ¿Son dogmas irrebatibles? O es que la carga ideológica y la pasión hacen casi imposible debatir estos temas con mínima objetividad?