Valor indígena

Se demostró en la selva, el puente sobre el río Upano, la Plaza de la Independencia y el mismísimo Palacio de Carondelet. Antes, los shuar y otras comunidades del suroriente ecuatoriano lo probaron en la guerra contra el Perú o la resistencia al saqueo inescrupuloso de recursos naturales. Por eso se indignaron cuando el mestizo camuflado de aliado mostró su verdadero rostro de patrón y los llamó ponchos dorados e incluso confundió la comodidad de algunos con ser pelucón, como si salir de la pobreza por el comercio, los estudios o el trabajo fuese motivo de oprobio. Evidenció Correa su complejo de superioridad (¿o es de inferioridad?) e incluyó a los pueblos que dice respetar y rescatar en el desprecio cuando osaron discrepar.

De un gobernante así los indígenas no pueden esperar rectificaciones sinceras, profundas o duraderas, ni siquiera si deroga los decretos prometidos, convoca a los concursos ofrecidos o reforma las leyes cuestionadas. En la práctica, encontrará manera de incumplir porque los indígenas “solo obtuvieron el 2% de la votación” o recurrirá a los incondicionales de la Corte Constitucional para interpretar a su antojo, sin descartar la mayoría aborregada de la Asamblea para modificaciones.

Sin embargo, la sociedad debe reconocer y aprender del valor de los indígenas al someter temporalmente a Correa, aunque el diálogo haya sido en la Presidencia, con él de moderador, juez, interlocutor, intérprete y casi brujo, pero sin levantar el paro. El 27 de enero de 2008, Guayaquil puso 150 000 personas en las calles y nada pasó. Nebot se dirigió con una larga caravana a la Asamblea de Montecristi y no pasó.

Ante los indígenas, Correa hizo gala de toda su hipocresía para mostrarse compungido tras la muerte del primer sublevado y tolerante con líderes que le expresaron en su cara estar aburridos de oírle su cantaleta de la larga noche neoliberal o sus insultos soterrados a quienes, como ellos, no aplauden todos sus berrinches y teorías. Clara conclusión: Correa solo respeta lo que teme. Aceptó los reclamos de quienes él considera minoría porque no le corrieron a la Policía. No los juzga incluso por violar la Constitución según lamentó ante el Municipio de Babahoyo ni les abre proceso alguno por herir a 40 gendarmes.

Se mete solo con los débiles, aislados y desorganizados. Gran lección. Gracias a los indígenas por demostrárselo a todo el país. Ahora no podremos olvidar, como hizo Correa, que cualquier proyecto nacional pasa por incluirlos, no solo para oírlos y entenderlos, sino para incorporarlos como parte de las normas y sustento de esta nacionalidad ecuatoriana de muchas naciones, lenguas y culturas. Los indígenas cuidan nuestro territorio, nutren nuestra alacena, honran nuestra identidad. Acaban de hacer un nuevo aporte, desnudando y sitiando al tirano. Un hito más en la lucha por derrotarlo.

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