Como todo cambio cultural, la aparición del iPad genera un sinnúmero de especulaciones. Hay quienes están aterrados y otros que están encantados. Lo único cierto por ahora, es que hay dos escenarios posibles.
Comencemos con los optimistas. Para ellos, los ‘tablets’ son una oportunidad para fomentar la lectura, abaratar los costos de los libros y combatir a la piratería. En la orilla opuesta están quienes pierden el sueño pensando que marcarán el final de las casas editoriales y causarán problemas en temas relacionados con los derechos de autor y la propiedad intelectual de los textos.
Uno de los más eufóricos defensores de esta nueva plataforma tecnológica es el escritor peruano Álvaro Vargas Llosa. En una de sus columnas detalló por qué cree que la presencia de los libros electrónicos está ampliando el mercado. La prueba es que del 2002 al 2008, las ventas de trabajos impresos crecieron a una tasa anual de apenas el 1,6%, mientras que las ventas electrónicas lo hicieron en un 58%.
Con estas estadísticas, Vargas Llosa pretende demostrar que el interés por la lectura creció.
Aldo Barba, diseñador y experto en temas de Internet, refuerza el punto de Vargas Llosa y cree que no hay razón para alarmarse: “Steve Jobs ya ha dicho que las editoriales no deben desaparecer, porque el negocio de Apple esta en distribuir los contenidos, y no en descubrir talentos ni producir o editar libros”.
En lo que respecta a los derechos de autor, el modelo de negocios del e-book estaba manejado por Amazon que vendía libros electrónicos a pérdida por USD 9,90 dólares a través del Kindle (libro electrónico de primera generación). Esto, después de pagar a los editores la mitad del precio de un libro que cuesta USD 26.
La preocupación que tienen las editoriales por las pérdidas en las ventas es considerado por Vargas Llosa como algo infantil. Está seguro de que la literatura digital compensará la pérdida en la venta de los libros impresos.
Pero su optimismo se contrasta con la realidad de los escritores y las casas editoriales de los países de América Latina.
El historiador quiteño Manuel Espinosa Apolo, autor de ‘La Ciudad Inca de Quito’, cree que los perjudicados por la presencia del iPad son los países en Vías de Desarrollo, donde no se respeta la propiedad intelectual. “Hay mucha piratería. El problema es que se puede leer e imprimir nuestros libros sin reconocer los derechos de autor”, dice Espinosa.
Su libro, actualmente, aparece en Google Books, pero dice que nadie le pidió autorización para subirlo ahí. Barba precisa que uno tiene la opción de solicitar a Google que quiten su libro.
Las editoriales ecuatorianas están a la espera de ver qué más provocaría el iPad. Ramiro Arias, director de Eskeletra, está consciente de que las editoriales tendrán que lograr acuerdos para publicar bajo el mismo soporte tecnológico.
En todo caso para Barba, el debate en este momento es el modelo editorial establecido, con fuertes restricciones a la propiedad intelectual, bajo el cual la libertad para la difusión de la cultura es limitada. Y el Internet no sabe de límites…
Usted ya puede subir su libro
Son niños cuyo modo de pensar está influenciado por las “i”, de iPhone, de iPod, de iBook, de Wii.
Cualquiera puede subir su libro a iTunes o a Amazon y venderlo, digamos, a USD 1. Amazon o iTunes se quedan con 30 ó 40 centavos y el resto va al autor. Ya no hay filtros editoriales. Eso sí, lo bueno será mucho más difícil de encontrar.
Para Aldo Barba estas nuevas tecnologías acortan nuestra brecha con el Primer Mundo. “El que quiera puede hacer su libro y ponerlo en la tienda de aplicaciones. Tenemos exactamente las mismas herramientas, ya no hay excusas para no hacerlo”.